Manuel Elkin Patarroyo, científico, investigador y desarrollador de vacunas, colombiano, tiene toda la razón en su observación sobre las vacunas COVID. Quitémonos la venda de los ojos. La desesperación por la fuerza de la pandemia, ha hecho que creamos todo lo que se dice.
La forma de evaluar una vacuna, incluye 4 fases: 1.- La inocuidad, o sea la seguridad, que no nos haga daño. El viejo aforismo hipocratico: “primum non nocere” primero, no hacer daño. 2.- Inmunogenicidad, o sea la capacidad de producir defensas, lo que mata o anula al virus. 3.- Inmunidad, que estas defensas produzcan anticuerpos que defiendan contra el virus, y 4.- protección, o sea que, la protección que da, tenga duración razonable. Que proteja contra la enfermedad por un período de 3, 5, 10 años, o al menos un año. Imaginemos que protege 30 días, habría que vacunarse cada mes.
Lo que dice el Profesor, es que esas pruebas, por la premura y la emergencia, no están hechas. Este es el motivo por el que las vacunas aprobadas, lo son sólo para uso de emergencia. Nadie puede garantizar nada.
Es sólo por la gravedad de la situación que se está vacunando.
En ese aspecto, la vacuna de la ESPOL, que acaba de diseñarse, recién, en mes y medio pasará al ensayo con animales (que las otras no tuvieron), y luego seguirá con las otras pruebas.
No estoy en contra de las vacunas, pero creo que la pandemia si nos está exponiendo a reacciones, como la que está investigándose ahora con la Astra-Seneca
Si pensamos en riesgo/beneficio, dadas las circunstancias actuales, creo que el riesgo es menor al beneficio y se justifica su uso. La forma como ha golpeado el virus a países como Estados Unidos, Italia, España, Francia, Brasil, y varios otros, justifica tomarse el riesgo.
Ojalá que Israel y otros países que están comenzando a abrirse completamente no estén equivocados y empecemos a salir de la situación actual.
Aún falta comprobar duración de la inmunidad, para ver cómo deberá ser el esquema de vacunación en el futuro.