Un mercado (entiéndase como la economía en su contexto más generalizado) desregulado siempre será mejor que otro regulado, pero siempre que exista una plena institucionalidad que desestimule, impida y hasta sancione, si fuese el caso, los potenciales abusos a las normas constituidas. Este criterio no se ajusta a ninguna política de izquierdas, peor de derechas, es a secas una conclusión del sentido común. He ahí el porqué los altos costos de los servicios en general (telefonía celular, banca, etc…), pasajes aéreos, vehículos, y demás, priman en el mercado ecuatoriano.
El país es un gran laberinto de conexas ramificaciones donde la falta de competitividad acaba siendo la antesala de los precios exorbitantes. El problema tiene solución, pero requiere del compromiso y accionar político del próximo Gobierno para desvincularse de este atosigador estatismo. El intervencionismo de Estado, por más buena voluntad gubernamental que sospechosamente se pueda esgrimir, jamás podrá constituirse en el gran corrector de perjudiciales políticas públicas porque los ciudadanos, particularmente frágiles e indefensos ante semejante poder, siempre buscarán alternativas nada participativas de un verdadero Estado de derecho.
Los países pobres son por esencia altamente regulados y sus innumerables incompetencias pueden igual medirse por sus niveles de corrupción sistémica. El Ecuador tiene a partir de este 24-M la oportunidad histórica de cambiar el rumbo de la historia y desenraizar aquella “eterna nube de tragedia”. ¡Sí se puede!
El 24m empieza un nuevo futuro para el país, q lo tenga claro Lasso xq tiene la gran oportunidad de ser el salvador del país u otro vendedor d humo. Tiene en sus hombros la esperanza de todo un país
La visión socialista de «justicia social» está globalizada, por lo que resulta imposible por el momento dejar que los mercados se regulen solos y sin intervención política.
Por ejemplo, un libre comercio no puede coexistir con «tratados», si hay tratados, ya no es libre, es manoseado y produce injusticia.
EE.UU. acaba de halar las orejas a Bukele diciéndole que cuide de no afectar la «institucionalidad» , es decir, es preferible que no haya gobernabilidad con tal de «preservar» las «democracias fallidas».