Finalmente se ha acabado la tragicomedia del Chavo del Ocho.
“Fue sin querer, queriendo”, fue la frase más usada en esta tragicomedia, que ha durado casi tres lustros, estelarizada por la elección con fraude electoral, que mantuvo en el poder al Chucky Correa, por medio del cuántico esotérico Moreno, que le sirvió de escudo para impedir ser capturado por los múltiples juicios probados, al continuar con la misma gama de delincuentes en los puestos claves del Gobierno.
Chucky Correa, el malévolo muñeco que cobró vida con una sed insaciable de dinero, que asaltó lar arcas gubernamentales, por medio de coimas, sobreprecios contratos fantasmas, comisiones, obras sin fiscalización y sin terminar, y todas las formas posibles de robo. Para poder tener libertad de actuar, empleó los sistemas de persecución, insultos, calumnias, cárcel, asesinato, secuestro, etc., para silenciar a las personas que descubrían o denunciaban sus atracos.
Teniendo la sartén por el mango, aprovechó para exigir a los que querían negociar con el Gobierno, el pago de dinero al más puro estilo mafioso, y para asegurar la cadena pactó con la mafia narcoterrorista, colaborando con ellos, comprando radares chatarra, impidiendo la vigilancia aérea de la base de Manta, a cambio de fuerzas de choque asesinas, que apoyaron a su causa, con escuadrones para silenciar los reclamos de quienes descubrían algo.
Mientras tanto, el cuántico presidente mantenía a las mismas autoridades, reciclándolas en diversos puestos y aparentando riñas con Chucky Correa. Con esto se completó 14 años de asaltos y escándalos financieros.
Para ese trabajo Chucky tuvo hacer miles de arreglos bajo la mesa, moviendo piezas, muchas de las cuales uno pensaba que eran honestas y resultaron ser de la más baja ralea, haciendo fraudes en elecciones, o haciendo negociado, con el sello de “yo no fui” “fue sin querer, queriendo” ”fue un error de buena fe”, y volteando la tortilla en contra de ellos mismos.
Pero no hay mal que dure 100 años, y se acabó la corrupción. La teleserie se ha terminado el 24 de mayo y comienza la aurora gloriosa. La esperanza del Ecuador es el presidente electo.
Las autoridades elegidas y nombradas deben recordar todo lo acontecido en estos 14 años y poner el ejemplo de trabajo, virtud, honradez y honestidad, que serán las bases para un Ecuador diferente.