Normalmente se esperan 100 días de la posesión de cualquier nuevo gobierno, para evaluar su desempeño inicial o su futura orientación; en este caso, estamos obligados a comentar lo ocurrido hasta nuestros días. Lo inexplicable, lo acordado entre bastidores, es lo que jamás sabremos en toda su verdad, lo que nunca nos podrán explicar con claridad, menos convencernos de su bondad.
Entre ellos sólo se contradicen y ahora todos miran atrás, pretenden responsabilizar exclusivamente al Presidente Lasso, como el autor y promotor del pretendido acuerdo. Si en algo pecó Lasso, fue por su inexperiencia, de haberlo aceptado como posible y participado en esa funesta reunión.
Se pretendió un acuerdo antinatural, unir los polos opuestos, burlar la voluntad popular que votó contra la corrupción y el correísmo. Las redes sociales reaccionaron, la opinión se escandalizó, el Presidente en un instante de reflexión, prefirió exponerse a la ruptura con el PSC, que entregarse a los demonios que intentaban atrapar tempranamente su gobierno.
Entre lo inexplicable, cómo legisladores y bancadas respetables, se prestaron para conseguir una Presidencia de la Asamblea, renunciando a principios y valores democráticos, de respeto a la independencia de funciones y el manejo profesional e idóneo de la Justicia. Los que pretenden manejar las Cortes a su antojo y desmoralizar en su cometido, a personas idóneas, como la Fiscal de La Nación. Era inadmisible una supuesta Comisión de La Verdad, para revisar procesos judiciales y declararlos como perseguidos políticos.
La intromisión e intento por controlar la justicia, ya se hizo evidente con la destitución ilegal de Fausto Murillo, vocal del Consejo Nacional de la Judicatura, donde resultaba incómodo para quienes a través de ese organismo, pretenden controlar la Justicia. En menos de seis semanas, algunos notorios casos han sido sobreseídos, y a título de enfermedades crónicas, se aprestaban a indultar otros notables supuestos personajes.
Un respiro y un nuevo momento de esperanza, se consiguió con la elección de las autoridades de la Asamblea, dando un claro rechazo a los esfuerzos del correísmo para apoderarse de la mayoría de la Asamblea. El bloque de CREO, al negarse a participar en el acuerdo, rescató su independencia e hizo posible el gran encuentro nacional, al cual se ha convocado al resto del país.
Editorialistas de diversos medios, han hecho notar, que el verdadero objetivo de todas estas maniobras y de los acuerdos legislativos fallidos, es lo de siempre: controlar a su antojo la Justicia, como lamentablemente ha ocurrido en Ecuador, durante las últimas cuatro décadas.
El Presidente Lasso debe perseverar en su intención de invitar una Comisión de la ONU contra la impunidad, de cortar el nudo gordiano de la corrupción, salir al paso a estos nuevos intentos de secuestrar el Poder Judicial y convocar la Consulta Popular ofrecida desde la campaña. El objetivo debe ser, terminar con la Constitución de Montecristi del 2008, restituir la de 1998, eliminar el famoso Consejo de Participación Ciudadana, instrumento que ha permitido todos los abusos y casos de corrupción de los últimos catorce años.