Desde años atrás entendimos por vivir y por ser parte de Galápagos, que había que buscar cambios; actualizar su marco legal, asumir nuestra responsabilidad, y tomar acción en mantener una visión única en que todos debamos coincidir: la sostenibilidad. El valor de las islas está en su capital natural conservado.
Caso contrario, manteniéndonos sin corregir, sin tomar decisiones determinantes, el deterioro de las islas, tanto por la fragilidad de su ecosistema como por la relación de la calidad actual de vida del humano con el sitio, haría que no tengamos Galápagos por muchos años más.
2020 no solo afectó la economía global, sino que Galápagos la paralizó.
2021 tenemos nuevo gobierno, y es oportunidad de tomar acertadas decisiones.
Sabemos que existe un proceso de reforma a la Ley de Galápagos, el cual no logrará las necesarias correcciones. Entre los retos que debemos enfrentar y liderar es impulsar una Nueva Ley para lograr cambios estructurales, que vaya desde la reconstitución de los miembros del Consejo de Gobierno; así como que los recursos que se generan o produzcan por las actividades económicas, o por visitar a la provincia, su tributación quede y se reinviertan en la región. Debe buscar el reordenamiento de las inversiones y de las actividades productivas en las áreas protegidas. Así como ordenar el régimen migratorio para que se aplique “el principio” que la residencia está vinculada al estar domiciliado en las islas, sin violentar derechos adquiridos, pero que ese hecho es la generadora de aquel derecho; y que todas lo demás personas se regularizan categorizándolos con permisos de trabajo. Debe resolver el sistema de carga en forma integral, de un modelo perversamente ineficiente que mantiene en riesgo sistemático la vulnerabilidad de la región con la introducción de especies introducidas, así como una constante alza en el costo de vida de quienes vivimos acá
Un proceso de reforma de la ley actual como el que está llevando la Asamblea, sabemos que no podrá corregir este crecimiento desordenado que tenemos, y más factores que distorsionan la vida en esta región. Solo una Nueva Ley que nazca de la iniciativa del Ejecutivo, para poder hacer reformas de orden económico, o por pedido de la ciudadanía a través de una consulta popular, y construida en forma participativa desde el interior de las islas con todos los sectores involucrados, es la única forma que podamos enrumbar Galápagos, e impedir que esos índices de “crecimiento” y de daño a los recursos que estamos teniendo acaben con la región.
El gobierno actual tiene la oportunidad de tomar con mucha seriedad la designación de los administradores regionales, que más allá a cualquier tema de orden político, deben tener el perfil necesario de mantener siempre claro que, solo conservando su capital natural, podemos sostener el equilibrio de la región.
Estamos en un punto de quiebre histórico para Galápagos, y una Nueva Ley es el camino para lograr la sostenibilidad (natural, social y económica) de las Islas, y ser partícipes de la construcción de un futuro armónico y ejemplar para el Ecuador y el mundo. Ya la población se manifestó ante la anterior Asamblea y Asambleístas de Galápagos de la necesidad de una NUEVA Ley. Si está nueva Asamblea insiste en sacar una reforma únicamente, es un craso error. Esta nueva Ley de nacer del Ejecutivo, pues los aspectos económicos a ser revisados y mejorados dependen del Ejecutivo. Y este proceso debe teber una participación de la población, el Ejecutivo y el Legislativo. El tren está en nuestra estación, si no nos subimos habremos perdido una gran oportunidad histórica y las generaciones futuras serán quienes nos juzguen por ello. Saludos.