Trabajar en pandemia, ha obligado a las empresas industriales adoptar una serie de restricciones para adecuarse a las exigencias de los Códigos de Bioseguridad, especialmente relacionadas con observar “distanciamiento social” y otras medidas conexas de profilaxis, orientadas a reducir el riesgo de contagio por el COVID-19.
He tenido oportunidad de observar que en aquellas industrias donde la incidencia de actividades manuales es alta, hay operaciones que se ralentizan debido a que la reducción de operarios obliga a esperar que se cumpla una parte del proceso, para continuar la secuencia. Y eso al final del día, se expresa en mayor tiempo ocioso y pérdida de productividad.
Mi observación va a un punto concreto: se han mantenido los métodos de trabajo; y no se los ha redefinido para ajustarlos a las nuevas realidades impuestas por la convivencia con el CORONAVIRUS. Y el bicho —sin embargo de la vacuna— ha venido a quedarse para largo… Por manera que una tarea urgente si se quiere disminuir costos de producción y ser competitivos, reside en rediseñar los puestos y cadenas de producción. Insisto en que esto es crucial para los procesos de fabricación en que predomina la mano de obra. Pero también debe interesar a determinadas actividades administrativas y de supervisión.
Básicamente el rediseño al que aludo, implica desempolvar para adaptarlos a las nuevas realidades, aquellos preceptos del taylorismo tan comunes a la ingeniería industrial tradicional: estudios de tiempos y movimientos; análisis de métodos de trabajo; ajustes de curvas de aprendizaje y desempeño; formulación de estándares; y controles de desperdicios y calidad. En este enfoque cabe partir de las clásicas preguntas: qué, por qué, dónde, cómo y cuándo se ejecutan las tareas.
Se asombrarán cuando descubran la cantidad de eficiencia perdida por mantener viejas costumbres de producir así, porque así siempre se ha hecho.
Excelente comentario , siempre he seguido su trayectoria periodística, un excelente analista