22 noviembre, 2024

Nimiedades

Preocupa ver la forma como se quiere ejercer la autoridad en cada sector. Poco falta para que cada parroquia o calle, quiera tener la autonomía de decidir las medidas cautelares del COE que gobierna su sector.

Querer minimizar el territorio, para demostrar que tengo influencia y querer demostrar que yo manejo las restricciones mejor que los demás, está llevando a absurdos, e incluso a rencillas, y provocando un caos anárquico en la movilización.

Indudablemente, no se puede manejar todo el país con la misma vara. Si en determinado sector del país, el sistema de Salud está colapsado, deberá tener un trato diferente, pero no es posible que cada sector quiera decidir por sí mismo, sino en connivencia con sus vecinos.

En Guayaquil, por ejemplo, tuvimos hace unos meses, el COE de Guayaquil, el COE dé Samborondón, el COE de Durán y el de Daule, poniendo leyes de restricción de placas, y, por decir, las pares podían circular en Guayaquil, y las impares en Samborondón el mismo día. Entonces, para ir de la Clínica Kennedy de Samborondón, a la del Policentro, habría que hacer transbordo en el puente de la Unidad nacional.

Parece ridículo, pero estas trabas deben evitarse. Para ello, es necesario el diálogo abierto y oportuno, para facilitar la movilidad. A nivel provincial y en todo lo demás, debe hablarse en las zonas que impidan el paso de un sector a otro, explicar y analizar la situación en ambos lados, buscar arreglos para solucionar problemas. Nadie debe poner las limitaciones a su zona, sin hablar antes con sus vecinos. Hablando se solucionan los problemas. El diálogo es la base del entendimiento

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Cuatro y treinta y ocho; sentado en la terraza de mi casa, mirando al mar de frente.

El, tranquilo; su color azul no nos decía nada. En cambio pensé: “qué exageración tanta medida de precaución”. Casi todo el pueblo desde temprano en la parte alta con aquel temor de morir arrastrado por la gran ola; aquella, que venía desde el otro lado del mundo.

La marea en su pleamar normal seguía subiendo, poco viento, el cielo nublándose anunciando lluvia. De pronto, mirando una de las piedras en frente veo que queda descubierta; la marea baja drásticamente empezándose a secar la bahía, el mar se pone calmo pero con un tintinar ligero sube de un momento a otro. Llega la primera ola más arriba que una marea alta normal. Me inquieto, pero sigo parado al filo del mar solo en mi terreno.

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