AI poco tiempo de iniciadas las clases los maestros detectan cuales son los estudiantes que destacan por su capacidad, por su interés de saber más y en tiempo más rápido. Pero el profesor, no puede avanzar al ritmo que el intelecto de estos alumnos exige, pues debe trabajar con metas alcanzables para el promedio de su auditorio.
Y esto es doloroso. Primero porque los alumnos de mente mas lúcida y con mayor capacidad de comprensión, no reciben el alimento que su espíritu reclama. Y segundo porque estos niños o jóvenes se aburren, o atrofian sus facultades por desuso o mal aprovechamiento.
¿Es esto justicia para el educando? Nos parece que sobran los comentarios. Pero ¿dónde está la injusticia? Posiblemente en la Ley de Educación y su Reglamento, al exigir un puntaje tan bajo, que el estudiante lo logra con un mínimo esfuerzo.
De ahí que el estudiante capaz de una mayor formación, ávido de conocimientos más avanzados, de un especial trato intelectual, requiere otra educación. Un estímulo que, despertando su apetencia de sabiduría, lo ponga en niveles supremos ante la naturaleza y lo haga sentir satisfecho.
No se crea que estamos propiciando una injusticia, contra quiénes no han sido dotados de un intelecto superior; pero no por solidarios con ellos vamos a frenar a quienes la naturaleza dotó de virtualidades especiales. La actual Ley de Educación ampara a aquellos pero deja abandonados a estos.
EI Estado, reflejo de la sociedad que lo integra, se preocupa en buena hora de los analfabetos y de los retrasados mentales, a través de instituciones especializadas, con métodos y profesores que sacan al hombre de la postración natural y lo encarrilan a ser y portarse normalmente; de igual forma, el Ecuador apreciando el tesoro de su juventud, debería preocuparse prioritariamente de cultivar a este genial segmento humano, más importante que el petróleo y cuanta riqueza natural genera. En esta juventud tiene la solución potencial de múltiples problemas que cerebros normales no alcanzan a otear. ‘
¿Estamos descubriendo la pólvora? Los países intelectual e industrialmente más avanzados, tienen escuelas especializadas para los alumnos destacados. Su fin es estimular sus dotes mentales con opciones y actividades propicias a dar luz verde a este talento, lo cual redundará en beneficio colectivo años más tarde.
¿Porqué no imitarlos? Hay un mundo que ganar con ellos, o después deploraremos esa «fuga de cerebros” cuando ya sea tarde. Tarde porque se frustraron definitivamente y fueron a engrosar la inteligencia comercial, industrial o científica de naciones desarrolladas.
Es, pues, hora de cambiar y de dar oportunidad práctica a estos genios potenciales, hasta hoy mal atendidos por el Sistema Educativo ecuatoriano. El Magisterio y el Ministerio de Educación tienen la palabra.