La lucha contra la pobreza en los EE. UU. desvía los embates filosóficos del bipartidismo hacia políticas públicas ejercidas indistintamente desde el poder político: la acción afirmativa, cupos, reparaciones, estampillas de comida, etc. Más allá de la verdadera efectividad de dichas políticas, la democracia estadounidense no está libre de críticas y aunque representa un envidiable ejemplo de progreso logrado constitucionalmente tampoco es menos cierto que la mismísima gran potencia mundial, aún con crecimiento económico, no está exenta de pobres.
La pobreza tiene diversas raíces, siendo la falta de trabajo la más lógica, pero no la única. Los empleos, sin embargo, se crean solo a partir del crecimiento económico. Si la respuesta es tan obvia, ¿por qué no lo emprendemos? Se necesita inversión y para atraerla se requiere de políticas públicas conducentes hacia la apertura del comercio exterior, menos impuestos, estímulos fiscales y seguridad jurídica. Finalmente, el auge económico debe superar al crecimiento poblacional para que sus beneficios alcancen a todos y preferentemente en un contexto sistémico.
En los últimos 14 años el Ecuador hizo todo lo contrario a la norma y los resultados son irrefutables. El punto crítico, empero, no es la pobreza como tal, sino más bien su porcentaje en relación a la población total, el nivel de la misma y su impacto en el acceso a los más elementales servicios básicos, y el grado de afectación resultante en su propio entorno y en el de la sociedad en su conjunto. ¡Crezcamos!
Cuando no se roba alcanza para todo, cuando se sabe administrar con ética, con moral, con civismo y Patriotismo los dineros que le pertenecen al pueblo ecuatoriano tengan la plena seguridad que alcanza absolutamente para todo.
Lamentablemente en este país en los últimos 14 años se institucionalizó la corrupción y la impunidad al punto que no respetaron absolutamente nada, ni siquiera en época de pandemia cuando el país necesitaba ser solidario y humano es cuando más los perversos y se llevaron el santo y la limosna, por eso este país tiene un alto porcentaje de miseria y pobreza gracias a los socialistas del Siglo 21.
Esperemos que el presidente Lasso entienda que tiene una oportunidad histórica de igualar a la población hacia arriba, es decir generar ese buen vivir que tanta falta nos hace y achicar la brecha entre ricos y pobres, desterrando por su puesto la corrupción y la impunidad.
Será una quimera esperar q sin cálculos políticos , nos centremos en apoyar el crecimiento económico del país y no el chantaje del reparto. Es un buen momento en q los partidos y políticos de ser parte del futuro para todos los ecuatorianos y no de sus grupitos