“Para poder disfrutar de un simple café, tienes que saber cómo ordenarlo cuidando tu salud.”
Esta breve reflexión, con un poco de humor, grafica cómo hemos cambiado.
Observe como nuestra costumbre y forma de pedir un simple café; tiene su protocolo.
Recordando mis años vividos en Madrid en el imperdonable café de cada día, pongo como ejemplo como lo ordenábamos: un cortado, corto de leche y largo de café o viceversa. Listo el pedido, el azúcar sí o no, y a disfrutarlo.
Hoy debemos especificar si el café es sin cafeína, si es con leche deslactosada y en lugar de azúcar, con stevia o splenda. Si pedimos algo de pastelería, muchos preguntan si tiene algo sin gluten.
Este es un breve y simple ejemplo que se complica en los restaurantes cuando los clientes preguntan por los ingredientes de las recetas de su plato porque son alérgicos a tal o cual ingrediente.
Los saloneros deben ser meticulosos, al igual que los cocineros, porque cualquier error puede tener serias consecuencias, teniendo además que saber quien pidió qué. Hay ciertos países en que las legislaciones protegen al consumidor y por ello hay demandas legales.
No sé si hay cafeterías y restaurantes en ciertas ciudades y países que tengan, además de su botiquín de emergencia, algunos medicamentos de venta libre sin recetas para alergias y reacciones a ciertos alimentos o bebidas para clientes con afectaciones y que hayan olvidado su medicación o tengan alguna reacción o afectación.
Esto nos indica que por varias razones hay más afectados y afectaciones con los alimentos y bebidas en estos tiempos que en el pasado. Será acaso por los muchos químicos y nuevos procesos con los que elaboran los productos que consumimos. Con tristeza veo que mis nietos son más vulnerables que mis hijos, y estos más que nosotros los abuelos y padres.
No conozco si alguna institución o profesional haya realizado una investigación sobre esta nueva realidad. También visualizo que en un futuro no muy lejano, o quizás ya hay, pequeños botiquines tipo farmacia en cafeterías y restaurantes que ofrezcan medicamentos de venta libre que no requieran recetas. Y así tenemos una nueva realidad de un servicio combinado en estos locales de alimentos y bebidas con los que ofrecen las farmacias.
Este es nuestro planeta, en cambio continuo en todos los campos y en todas las ciudades y países.
Si a esto sumamos que por lo menos deberán indicar: “No recomendable para diabéticos, a menos que tomen su medicación”, o algo parecido, para precautelar la salud ciudadana más afectada por los cambios en los productos, cultivos y más con el uso de químicos y otros ingredientes.