24 noviembre, 2024

Diálogo imaginario, de una abuela con sus nietos después de un año, del anterior mayo 2020

– ¡Abuela! ¡Abuela! ¡Abuela!
Hoy ya pasamos al nuevo año escolar 2021-2022 y todavía no podemos ir a la escuela, tú nos hablaste en abril del año pasado de una tal “cuarentena”, ¿Todavía sigue?

– ¡Ay, nietos queridos! De aquellos días hasta ahora -ha sucedido tanta tragedia con millones y millones de muertes en el mundo, por la tal enfermedad o pandemia de la que les hablé y todavía sigue…

– ¡Ah sí! ¡el co-ro-na-virus! Y ¿Qué más hay de la tal enfermedad o pan-de- mia?… ¡Abuela!

– ¡Ay nietos queridos! ¡Me duele repetirlo! Pero ustedes como hijos de familia comparten también la tragedia mundial.

– ¿Por qué dices mundial?

– Es que la tal pan-de-mia nos tiene a todos los humanos en peligro de contagio y muerte, por lo que, debemos seguir encerrados en casa.

– ¡Abuela! ¿Por qué? ¿Por qué?…

– Porque en plazas, mercados, calles y todo lugar donde se junta la gente, hay peligro de contagio.

– ¿Por lo que nuestros padres, tú abuela y nosotros estamos obligados a usar esta mascarilla?

– ¡Si nietos queridos! Y no solo eso:
Sino también a lavarnos las manos constantemente y a no saludarnos con besos, ni abrazos… y a evitar los actos de aglomeración de gente.

– Y ¿Por qué no vamos a la escuela?

– Porqué el virus de esa peste, que subsiste en el aire, puede pasarse a ustedes y a los maestros reunidos…

– ¡Pero abuela! ¿Hemos oído hablar de una vacuna? ¿qué es una vacuna?

– ¡Ah! ¡Si! Es un medicamento que los científicos han logrado hacer para inyectarlo a los humanos y les prevenga la enfermedad…

– ¡Ah, qué bueno! ¡Abuela!… ¡Haz que nos inyecten ahora mismo! ¡Vamos! ¡Vamos!

– ¡No! ¡No! ¡No! ¡Nietos queridos! Esta enfermedad, es portada y contagiada por adultos.

– ¿Y papá y mamá? ¿Y tú, abuela?

– ¡Si! ¡Si! ¡Nietos queridos! yo ya estoy vacunada por ser mayor de edad y sus padres también.

– ¡Qué bueno! ¡Qué bueno! … ¡Entonces, ya podemos ir a la escuela!… ¡Qué bueno!

– ¡No! ¡Nietos queridos! ¡Todavía no!
Porque las vacunas las hacen laboratorios especiales del mundo y las venden a los gobiernos de los países, también del mundo, que la necesita para los miles de millones de personas…

– Abuela ¿Cuántos miles de millones de personas hay en el mundo?

– ¡Más de 7 mil millones de personas o habitantes!

– Uff! ¡Entonces se necesitan más de 7 mil millones de vacunas!…

– ¡No! Ese número entre menores de edad y adultos. Y solo son los adultos, los que necesitamos ahora esa vacuna.

– ¡Uff! ¡Abuela! Y nosotros de Ecuador ¿Podremos comprarlas?

– ¡Si! Ya lo está haciendo nuestro gobierno y lo seguirán haciendo.

– ¡Qué bueno Abuela! Entonces, cuando se vacunen también los maestros: ¿Nosotros podremos ir a clases?

– Si, los maestros y todo el personal de las escuelas y Colegios…

– ¡Y nos sacaremos la mascarilla! ¡Y dejaremos de lavarnos las manos a cada rato! ¡Y jugaremos! ¡Y nos abrazaremos entre compañeros y compañeras…! ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!…

– ¡No! ¡No! ¡No!… ¡Nada de eso!…
Hay que seguir cuidándose para evitar la contaminación, por lo que todavía:
¡Si a la mascarilla!
¡Si a lavarse las manos constantemente!…
¡Si a evitar aglomeraciones y todo contacto personal directo!
Y a esperar a que las autoridades correspondientes, de nuestro País, digan – ¡Ya pueden recibir clases, en las escuelas y Colegios!

– ¡¡Entonces regresaremos gozosos a nuestra querida escuela…!!
¡Si! ¡Si! ¡Si!
¡Ojalá sea pronto!… ¡Si! ¡Si! ¡Si!

Artículos relacionados

El primer día del comienzo de su vida es el primer día del comienzo de mi muerte…

Soy un hombre cuya mayor virtud y su peor defecto consiste en expresar sus sentimientos. Lo que siento lo pienso y lo que pienso lo digo. Soy un convencido de que el amor que no se dice es como el amor que no se tiene.

Creo que la mayor fortaleza del hombre es su ternura y no hay un hecho más varonil que llorar por aquello que se ama.
Soy como soy y punto. Desde que nació convulsionó mi vida.

El propósito de su presencia sobre la tierra siempre ha sido decirme lo que yo debía hacer para complacerlo.

Cuando era pequeñito y aún no podía caminar, me salía de mi oficina por las tardes para llevarlo al parque. A pesar de no poder sostenerse en sus piececitos, lo agarraba de sus manitos para que pateara una pelota.

Todos los días salíamos a vivir la aventura del vivir. Aún recuerdo la locura de haberlo hecho coger la cola de un león en un circo de la Libertad. Lo creía más mío sin serlo; que de nadie.

Violencia

La encontró y la vio. Esperó que se separaran, se dijeran adiós. Que ella avance unos pasos, que recobre el camino a casa. La noche transcurre sorda y terrible. Fue en ese […]

1 comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×