El alcalde de Quito afirma, según la prensa, que no se aferra al cargo, pero que no renunciará a la alcaldía, de la que ya fue sacado por comprobarse irregularidades y no sólo en el cumplimiento de sus funciones y en las que estuvo también involucrado su hijo.
¿Qué calificativo describe esa acción? Por lo que parece, con la tolerancia ante las personas que pretenden cambiar el significado de las palabras, tratando de hacer un lenguaje inclusivo para incluir a Raymundo y a todo el mundo en lo que se quiere decir o expresar, tendremos que empezar a inventar palabras nuevas para describir a los ladrones que roban, pero con buena voluntad, o a las asesinas que se matan entre ellos (y nos libran de esa lacra).
Con tantos diversos adjetivos o nombres ridículos e inclusivos que gente que fuma o toma o se unta cualquier tipo de droga y luego inventa más palabras disparatadas, ya mismo volvemos a la Torre de Babel.
Lo que se está notando con los nuevos Celi, Yunda, Bucarames, Salcedos y otros bichos venenosos, es que la osadía es la nueva arma que empuñan y el querer defenderse desde el poder es lo que anhelan. Este nicho los protege y les permite tratar de arreglar desde arriba sus problemas y tener palancas que defiendan.
Los Jueces y los fiscales deben reclamar por este nuevo atropello a la justicia. Ya es hora de que Ecuador acabe con todos los pillos, que gracias a la manoseada y malintencionada Constitución correísta, a favor de la delincuencia.
Toda la podredumbre que nos rodea es el legado del correismo (léase SSXXI) y lo increible es que quedan rezagos de antropoides que lo defienden. Otros han llegado al parlamento ataviados con su indumentaria que los distingue y son tan «inteligentes» que dicen estupideces sin conciencia de lo que dicen, por lo tanto ni se inmutan.