Decíamos en un artículo anterior, que las redes y la televisión han creado adicción en sus espectadores, sobre todo en la niñez, adolescencia y juventud. Y viendo lo que no se debe y aprendiendo lo que no conviene, han resultado esquemas de conducta irreales que pueden conducirlos por atajos peligrosos.
Y si bien no está en poder nuestro cambiar la programación de los canales de televisión ni los contenidos de las redes sociales, nos cabe, decíamos, despertar en los jóvenes el sentido crítico, a fin de que no asimilen lo fantasioso, exagerado y teatral, y lo diferencien de lo verdadero, normal e histórico.
EI caso es que aunando esfuerzos y buscándole el lado correcto, podemos y debemos usar la adicción para el bien y con social beneficio. La técnica que sugiero es la de intercalar en los programas de mayor sintonía infantil y juvenil, cuñas de 20 a 30 segundos que eduquen su forma de pensar, cambiándoles la mentalidad con respecto a los verdaderos valores e ideales de la vida.
En estas cuñas destaquemos las ventajas de: estudio, deporte, esfuerzo, familia, salud, ahorro, etc., como metas deseables para ser felices y progresar. Como consecuencia desprestigiaremos y ridiculizaremos el vicio como la droga, el alcoholismo, el sexo mal empleado; la vagancia, el camino fácil, la envidia, el odio, etc. Haremos notar que la felicidad y buena posición económica sólo se consiguen por el camino del estudio, trabajo y esfuerzos permanentes y no por la vía de envidiar lo que otro tiene.
Para arribar a esta idea en forma práctica es necesario que un grupo de personas capaces y bien intencionadas planeen un programa efectivo que materialice lo que se refiere a literatura, arte, tramoya y finanzas para llegar al objetivo deseado. .
En resumen, aprovechemos la adicción, remitiendo mensajes positivos en los programas más sintonizados por niños y jóvenes. Cambiaremos así la forma de apreciar y pensar de la generación que actuara en los próximos años. ¿Quienes están dispuestos a este desafío?
Interesante estrategia. Acompañado a esto debería existir una política nacional que limite la injerencia el poder de los auspiciantes (grandes corporaciones) en el equilibrio natural que debería de mantener los medios de comunicación, pues su verdadera misión debería ser: entretener, educar e informar.
El mantener una sociedad educada, ejerciendo su sentido crítico y correctamente informada no debería estar en manos de un manojo de auspiciantes que utilizan al medio de comunicación como su instrumento