Nadie en su sano juicio va a invertir en algo, para perder ese dinero, sin embargo, muchas personas, al ver que alguien gana dinero manejando una licitación, lo acusan de ladrón, de aprovecharse del Estado.
Para entrar a ofrecer una licitación es obligatorio sacar los resultados de las operaciones en varios años de trabajo de la entidad y, de acuerdo con esos resultados, más los cálculos de cuánto debería ser la ganancia real, de acuerdo con esos resultados ofrecer la oferta de concesión, sabiendo que el valor debe estar por encima de la máxima ganancia que se haya obtenido y por encima o cerca del cálculo de la ganancia considerada real.
Luego, esperar las ofertas de las compañías y escoger la que más ofrece en igualdad de condiciones, siempre y cuando la oferta supere el valor máximo ganado en toda la vida de la Institución y de ser posible, por encima de la ganancia considerada real.
Es lógico que si invierto en algo, no voy a trabajar gratis, es porque voy a ganar dinero, pero es muy necesario que la ganancia sea razonable. Tampoco es que con esa licitación, hice el negocio de la vida. El Estado es el que debe salir más beneficiado. Algunos buscan ganar, al tomar una licitación, como dicen “a río revuelto, ganancia de pescadores”, aprovechando, ya sea “palancas” o “entronques”. Esto sí debe ser sancionado, en caso de que ocurra.
Si ninguna oferta llega a esas cifras, se debe dar por desierto el concurso.