Nuestro sistema de justicia está llegando a ser similar a lo que era la zozobra que se vivía en Chicago, en la segunda década del siglo pasado. Impera la ley del más fuerte. El pavor de los jueces a declarar culpables es simple: “Si hablas, te mato”, como al israelí, “secuestramos a tu hija”, “matamos a tu esposa”, “te mueres”, o cualquier otra amenaza válida, sirve para convencer al Juez más pintado de dejarme en libertad. Lógicamente, esta amenaza va seguida de la advertencia: “y si hablas, además, date por muerto”.
¡La situación es caótica! Estamos invadidos por una horda de delincuentes que no se detienen para nada, para los que mandar a matar, es como cambiarse de camisa.
¡Soy enemigo de la violencia!, pero estamos llegando a un extremo que parece que va a terminar con el mundo, como lo conocíamos. Es necesario que la justicia sea más fuerte que la delincuencia. De otra manera, desapareceremos como sociedad.
Lo malo, es que incluso la policía, también tiene miembros, que pertenecen a bandas delictivas. En resumen: “La ciudadanía, no tiene armas (con lo que estoy de acuerdo), pero los delincuentes y los mafiosos, ¡sí!, lo que nos pone en una gran desventaja.
No creo que se deba permitir que la policía mate a los asesinos que capturan “in fraganti”, pero sí creo que podemos estar de acuerdo en aplicar “la ley de fuga”, y abatirlo cuando huye.
Si no se limpia el país, en el que la narcoguerrilla, ya es quien manda, nos seguiremos hundiendo hasta desaparecer.