Me preocupa el poder que aún hoy, ejerce Rafael Correa, sobre la justicia del país. La trama, que dejó amarrada y sellada en la justicia, a la que el único cascabel que se le logró colocar, lo hizo, la fiscal Diana Salazar y unas poquísimas personas, entre jueces y fiscales, el resto está marcado por el estigma correísta, que intentó destruir el Ecuador en 10 años, que con fraude convirtieron casi en quince.
Pero la trama logró extenderse y blindarse, gracias a la defensa de la delincuencia, ladrones y narcotraficantes, por medio de leguleyadas y artificios de la Constitución.
El pueblo ecuatoriano, como borregos hipnotizados, fueron diciendo ¡SÍ! a todas las estupideces que proponía, hasta convertirse en dictador, con la anuencia del pueblo.
Entre los giles que cayeron como cómplices de su trama, estuvo Capaya, a quien, con engaños de juicio justo trajeron en el Gobierno sustituto de Moreno y ha dado valiosos aportes sobre la trama de corrupción de la ROBULUCIOÓN ciudadana.
Me temo, ahora que veo que lo han internado por problemas de salud, la forma como la justicia se lleva en este país. A los pillos más sinvergüenzas, como los Salcedo o los Bucaram, a la cárcel 4. A los que pueden delatar a los grandes capos, como al israelí al que asesinaron en la cárcel, o a Capaya, en prisión con 7 aldabas, para que pueda ser asesinado y silenciado.
Sabiendo las falencias de las cárceles, me parece que estamos haciendo las cosas al revés.
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Las cárceles son como son no porque no pueden ser rehabilitadas sino porque si lo son dejan de ser un negocio para las redes que las controlan.