Por lo que se ve en las noticias, uno de los negocios en auge es el de las recicladoras.
Nuestras autoridades municipales, son meros observadores de lo que ocurre y los medios de comunicación, observadores que sólo comunican los hechos.
Se lee en notas de prensa, que cada vez hay más recicladoras donde se encuentran bienes públicos de Guayaquil. Han clausurado 4 negocios, dos por no contar con permisos y dos por encontrar en ellos, cables de cobre de la CNT. Estas cuatro recicladoras están ubicadas al sur de la ciudad y no tenían ni las medidas de seguridad, para este tipo de actividad.
¿Por qué motivo persiste este atraco a la ciudad? Muy sencillo. Po la falta de sanción económica. “Lo que no me duele, no me afecta”. Yo compro lo robado, y el ladrón, coge su plata, sabiendo que lo que robó cuesta mucho más de lo que le pagaron, pero así ambos ganamos y todo está bien.
Qué pasaría si al dueño de la recicladora, aparte de clausurarle el negocio, se le cobra, y aparte de confiscarle el producto del hurto, se le cobra como nuevo el producto del hurto, no por peso, sino por el equivalente de rollos nuevos, para resarcir a la compañía su material de trabajo? Yo aseguro que ninguna recicladora vuelve a comprar material robado.
¡La culpa es de la falta de sanción económica que duela! Lo mismo debe ocurrir con las tapas de alcantarilla. En el momento en el que se le cobre al que la compró aparte de recuperarla, su valor real, multiplicado por lo que decida el municipio (pero que sea mucho más que su valor real, dejará de ser un incentivo para el hurto.