Con excepción de los países que aún usan la pena de muerte, para los asesinos inveterados, los demás países respetan la vida humana. Con una salvedad que, aunque increíble, existe. ¡Los países que permiten el asesinato de los niños dentro del vientre materno!
Lo peor del caso es que se condena a muerte a un ser completamente inocente de ningún crimen. Aún no ha tenido siquiera la posibilidad, ni de pecar, peor aún, de haber matado a nadie. Es más, ni siquiera ha sido juzgado, menos aún ha sido condenado a muerte.
Él paga por el pecado de sus padres, a quienes, ni siquiera aún conocía, y de todos los que conocían la situación, ninguno salió en su auxilio. Ni siquiera un “enterradito, te vez más bonito”. Simplemente al basurero, o peor aún, a pasar a ser parte de una crema cosmética, para enriquecer aún más, a los autores de ese asqueroso negocio.
Trágico y fatal destino, que produce nauseas, sólo por pensarlo.
Quién sabe si entre los millones de estos niños que han sido asesinados criminalmente, no está el que iba a crear el remedio que hubiera sido la cura de la madre o la abuelita, o el único que iba a poder curar la enfermedad de su hermanito que morirá en unos cuantos meses más.
Creo que debemos dejar el orgullo y la prepotencia y recordar que absolutamente todos, somos necesarios en este mundo.