22 noviembre, 2024

Decimos bien

Decimos bien al decir que hay tantos asambleístas por tal partido, tantos por este otro, unos más por el de allá, otros más por el de acá.

Es decir, cada uno tiene sus propios intereses, o los de su grupo. Desgraciadamente a lo mejor, con suerte, encontramos un ecuatoriano, en medio de toda esa maraña de personas.

¿Es que sólo hay candidatos borregos de tal o cual ideología? ¿Es que son los únicos habitantes que existen? ¿Es que ya estamos destruidos por la corrupción?

Al parecer todos o casi todos los que se dicen ecuatorianos, sólo pueden pensar en ellos mismos, o en cómo sacar tajada.

¿No existe uno que saque la cara para decir: YO SÍ SOY ECUATORIANO, PIENSO EN MI PAÍS Y SOY HONRADO?

Los políticos parecen jaurías de hienas hambrientas, que incluso se comen entre ellas. ¿Es ese el ejemplo que damos a nuestros hijos?

¿Es que no podemos aunque sea un instante, pensar en los demás?

¡NECESITAMOS ECUATORIANOS QUE PIENSEN EN EL ECUADOR! QUE PIENSEN QUE EL SALARIO QUE HAN ACEPTADO Y QUE RECIBEN, ES POR SERVIR A SU PAÍS, NO PARA IR A ENRIQUECERSE ROBANDO. ¡Nadie les paga para que roben! El dinero del Estado es de todos los ecuatorianos.

¡Empecemos a pensar en Ecuador!

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Hoy veamos la similitud de: “El juego macabro de Camargo.” Con lo que sucede en la actualidad.

Decenas de niñas y jóvenes de Guayas y Pichincha aparecían muertas, con signos de violación a inicios de 1983. Incluso cuando se anunció en Guayaquil a fines de febrero de 1986 que había sido capturado el sádico criminal que secuestró y asesinó de forma sangrienta a 29 mujeres, se sintió incredulidad.

Comenzaba a escribirse una historia que pronto desplazó de la mente de los ecuatorianos todas las cosas.

“Solís” contaba a la Policía que tenía dos cómplices y que él era el encargado de convencer a las niñas para que le llevaran a un sitio, ofreciéndoles 5 000 sucres ($30 al cambio de la época).

1 comentario

  1. Vivimos la herencia correista SSXXI es decir de libertad total al latrocinio amparados por una impunidad absoluta.
    Se robaron lo que les dió la gana y hoy hipócritamente festejan porque los idiotas «honrados y Trabajadores» tenemos que pagar la gran farra de la más abyecta delincuencia que ha parido madre.

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