Se fomenta la anarquía cuando un gobierno pacta con delincuentes, explícitamente o implícitamente, hasta convertir a un estado en delincuencial. Si permanecemos impávidos ante tal situación, la merecemos. Si no queremos merecer tal situación ni vivir en tal estado, podemos huir de ella o enfrentarla de cualquier manera, que por pequeña que sea será grande. Callar es someterse. Considerándolo así, no podemos callar o siempre viviremos subyugados por el miedo y la zozobra.
La Contraloría, entidad corrupta con exdirectores o prófugo o encarcelado, que el presidente Lasso se comprometió a cambiar con la propuesta de Fortalecimiento de las Instituciones del Estado (demagógicamente copiada de mi programa de gobierno), lo liberó de culpa con respecto a las revelaciones de los Papeles de Pandora en tiempo récord y la Asamblea, hasta hace poco vilipendiada por el presidente, completó la burla a la sociedad ecuatoriana.
Ahora, el desafío del presidente es administrar bien los activos del Estado en favor del país. No fue elegido para que desmantele a las empresas públicas y se convierta en su liquidador.
Cierra cajeros automáticos del Banco del Pacífico y en su lugar abre cajeros de su Banco Guayaquil. Existe un claro conflicto de interés que el presidente Lasso no debe ignorar. Toda venta de activos del Estado debe ser transparente, no ocultada a los ciudadanos, más aún, toda actividad de su Gobierno debe ser clara, no turbia, como desea hacer con la venta del Banco del Pacífico.
Estamos observando cómo el segundo banco del Ecuador, que pertenece a todos los ciudadanos, cae, durante la administración presente, del segundo al décimo lugar. Esto no es prueba de que el sector público es incompetente, sino que el Gobierno del presidente actual lo es.
Por simple lógica:
Primera premisa: El Estado es un mal administrador.
Segunda premisa: El presidente Lasso es el jefe del poder Ejecutivo (Gobierno) que administra al Estado.
Conclusión: El presidente Lasso es un mal administrador.
Pero no creo que sea incompetencia sino abuso de poder para apropiarse de uno de los activos del Estado más preciado, el Banco del Pacífico. De igual manera, existe un evidente deseo de apropiarse de otros activos del Estado en áreas estratégicas, como petróleo y electricidad.
Cuando se quiere adquirir una empresa hay pagar una prima sobre el valor de esa empresa que es determinada por el mercado. Aquí, en el Gobierno de Guillermo Lasso, donde los gobernantes hacen lo que les da la gana, quieren vender el Banco del Pacífico a escondidas para favorecerse.
El presidente está secuestrado por errores propios. Es su obligación responder por el bienestar de los ciudadanos y ninguna acción contra ellos es justificada. Si no puede manejar la nación debe retirarse decentemente, en lugar de buscar beneficio propio apresuradamente.