21 noviembre, 2024

Tiempos de cambio

«Así nos enseñaron a nosotros con buenos resultados». «Mi método ha funcionado satisfactoriamente por 15 años, por lo tanto lo mantengo»; expresiones de este estilo las escuchamos entre profesores que se resisten a cambiar.

A quienes mantienen tercamente esta postura, deberían acelerarles la jubilación, porque su absurda actitud hace daño a los estudiantes. Nadie duda que existen sistemas que han dado buenos resultados por mucho tiempo; pero es una terquedad pensar que estos métodos no puedan perfeccionarse año a año. Si todo en la naturaleza tiende a avanzar y perfeccionarse, como lo intuye aún la gente más elemental, si la misma ciencia nos deslumbra cada día con sus descubrimientos y novedades… ¿Cómo un profesor podría encerrarse en narcisista muralla y creer que la ciencia de la educación no necesita perfeccionar su metodología, su creatividad, su modo de expresarse? Vivimos tiempos de cambios, y tenemos que aprender a adaptarnos a la más avanzada tecnología, por el bien de los alumnos que nos han sido confiados.

Las autoridades de las instituciones educativas serias, deben renovar a los profesores que cada año repiten lo mismo en clase y procuran pasar desapercibidos cumpliendo con horarios, asistencia, notas, sin preocuparse de evaluar si sus estudiantes aprendieron y, si a través de sus clases, desarrollaron habilidades de estudio, de trabajo y adquirieron virtudes. Esta clase de profesores nunca tiene problemas, su trabajo pasa inadvertido, todos sus estudiantes aprueban sepan o no la materia. Cobran su sueldo.

Las modernas habilidades docentes exigen el uso de la computadora, del Internet, en general de la cibernética. El cambio debe ser realizado no sólo por el hecho de cambiar, sino asegurándose que estamos pasando a algo mejor. Muchas veces resulta incómodo el probar nuevas técnicas de enseñanza, pero es necesario hacerlo por el bien de los alumnos. Son tiempos de cambios.

La experiencia docente precisa ser utilizada para mejorar todos los días, y de ninguna manera para repetir todos los años lo mismo, olvidando que cada clase debe ser original. Para ello es indispensable el prepararla previamente, buscando la forma que ésta sea de lo más útil y provechosa para los educandos. Hay que tener el valor, la valentía, de aceptar la evaluación del trabajo docente por parte de la comunidad educativa, que la conforman, a más de las autoridades, los padres de familia y los mismos estudiantes.

Téngase siempre presente que la misión del maestro es informar y formar, y esto es trascendente, especialmente quienes trabajan con niños y jóvenes. Educar, dar clases, es una labor importante y por lo tanto hay que estar listos a toda perfección, pues vivimos tiempos de cambio.

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“No faltan en la realidad hombres magnánimos que, antes situaciones que concuerdan poco o nada con las exigencias de la justicia, se sienten encendidos por un deseo de reforma total y se lanzan a ella con tal ímpetu que casi parece una revolución política”

“Queremos que estos hombres tengan presente que el crecimiento paulatino de todas las cosas es una ley impuesta por la naturaleza y que, por tanto, en el campo de las instituciones humana no puede lograrse mejora alguna si no es partiendo paso a paso desde el interior de las instituciones. Es éste precisamente el aviso que da nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío XII, con las siguientes palabras: “No en la revolución, sino en una evolución concorde, están la salvación la justicia. La violencia jamás ha hecho otra cosa que destruir, no edificar; encender las pasiones, no calmaras; aculumar odio y escombros, no hacer fraternizar a los contendientes y ha precipitado a los hombres y a los partidos a la dura necesidad de reconstruir lentamente, después de pruebas dolorosas, sobre los destrozos de la discordia”. ”. (párrafo 162)

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