Hoy con mi edad, camino a la centuria; al leer la revista Selecciones de febrero 2022; revista que no dejo de leerla desde que era una niña de 12 años -en que la tuve por primera vez- He sentido de todo: alegría, tristeza, añoranzas, rebeldía y optimismo, por la sabiduría de la vida y el mundo, que en ella se publica cada mes, hasta hoy su Centenario ¡Deseando que continúe su publicación por siempre!
En una de ellas, leída a principios de mi adolescencia; hubo un artículo que digo -estimuló uno de mis sueños de amor -que lo hice realidad décadas después, con mi hombre amado del que hice mención en uno de mis libros, publicado en el año 2005 –La Aventura–
Aquí referente a ello -pág. 97-
Los sueños
“Cuando encontraron el sitio, jamás creyeron que lugares como éste existieran en su país.
Lidia lo había soñado alguna vez, cuando adolescente leyó un relato en una Selecciones, del Reader Digest, sucedía en un lugar con río y mar y ella lo dimensionó como algo muy lejano y de fantasía, donde le hubiera gustado vivir con un hombre amado.
Pero cuando comenzaron a buscar una tierra para comprarla, no pensaban sino en un sitio del que pudieran ser dueños para vivir su propia vida plenamente.
– ¡Ah! Pero si fuera como ese que ella leyó, sería como cumplir un sueño e, increíblemente, lo encontraron en Ecuador, en su propia tierra.
Era un pedazo de montaña casi virgen, al pie de un río que corría sobre un lecho de piedras formado por las aguas del invierno, que bajaba de la selva adentro en busca del mar, el cual estaba, del sitio en que levantaron la casa, a sólo quinientos metros…
…Ella, igualmente, sintió que ese lugar era también justo el de su sueño romántico “con río y mar.” *
Por eso, desde el momento en que lo vieron, hubo entre la tierra y ellos como una posesión mutua de amantes esperándose uno a otro. La entrega fue de pasión sin límites en cada día desde que la compraron, y por los casi diez años que vivieron ahí, hasta todos los demás de su vida, vividos también a través de sus hijos…
*OLON-Manglaralto, prov. de Santa Elena-Ecuador
Por la paz del mundo
Este relato me recuerda una canción colombiana que dice: «Morenita del alma vente conmigo yo te convido, a la choza que tengo cerca del río junto a la playa»
Tembién vino a mi memoria los imborrables recuerdos de mi casita en San Clemente junto a la playa, que la disfrutamos intensamente con la sola contemplación del piélago que adormece las penas cuando el sol se pierde tras las palmeras en las tardes de fuego que incendian el alma.