Para conseguir cualquier cosa por muy compleja que sea, se necesita tener una táctica.
Toda táctica se maneja con los mismos principios básicos para su desarrollo.
Meta, estrategia y recursos.
Vistas las cosas de esta manera, para conseguir lo que se desea primero se debe fijar la meta.
Luego se debe establecer la estrategia para llegar a ella y también se debe saber con qué recursos se dispone para desarrollar esta estrategia.
Si se tiene el poder y sobre todo si se genera el miedo con el abuso de ese poder, la estrategia se basará en la imposición de ese poder mediante la generación del miedo en quién deba ceder lo que se pretenda.
Se deberá lograr que quién tenga algo sienta tanto miedo de perderlo todo, que no le importará en absoluto perder alguna de sus partes.
Para entender claramente este enunciado, supongamos que alguien quiera quitarle los pantalones a alguien.
No importan las razones que motiven esta meta.
El final de todo lo que se haga será efectuado para quitarle los pantalones.
Sea por las razones que sea; incluso hasta por el solo hecho de demostrar que se tiene tanto poder que hasta te puede quitar los pantalones; se debe de hacer.
Lo primero es fijar la meta.
En el ejemplo, la meta consiste en quitar los pantalones.
Lo segundo es establecer la estrategia para poder quitarlos.
En la estrategia se calcula el tiempo en que se llevará la ofensiva, la reacción de la gente, cuantos habrá a favor de quitar los pantalones, cuantos habrá en contra de quitar los pantalones y lo más importante será el establecer a quien se le quiere quitar los pantalones.
Para lograr eso hay que transformar frente a la opinión pública a quién tiene los pantalones que se pretenda quitar y hacerlo parecer un delincuente, mala persona o alguien que ha venido abusando del uso de los pantalones.
Es decir, lo primero que se tiene que hacer es desacreditar de todas las maneras posibles a quien tiene los pantalones para podérselos quitar.
Una vez que se ha logrado esto; es decir que la opinión pública vea como malo a quién usa los pantalones y esta opinión esté dividida sobre cómo se debe usar los pantalones, se tiene que pasar a la segunda parte de la estrategia que es la de convencer a la gente que después de la hazaña histórica de haberle quitado los pantalones a quién los mal usaba, nadie abusará nuevamente por tener los pantalones puestos y quienes se los pongan a partir de ese momento, los deberán usar de la manera como se lo digan que pueden usarlo.
En esta parte cabe recalcar que la trampa de todo esto está en lograr que la gente crea en la mentira de que lo que se pretende es evitar el abuso de tener los pantalones, pero lógicamente se lo hace abusando del poder que se tiene para poder quitarlos.
Luego de haber controlado a la opinión pública y sabiendo que nadie a excepción de los afectados protestará, se sigue hacia la segunda parte.
En esta fase se debe lograr que quien tenga los pantalones se muera de miedo por estar vestido.
De esa manera el miedo implantado a base del abuso del poder dividirá a todos los que usen pantalones.
Algunos lucharán para mantener sus pantalones y otros para no perder los mismos o para conservarlos de alguna manera, incluso le darán la razón a quienes quieran quitárselos, con el pretexto de siempre haber estado en contra de los que usaban pantalones.
Una vez logrado el miedo entre los porta pantalones, se pasa a la última y la más importante parte de toda la estrategia: la amenaza.
Si la meta inicial fue la de quitarle los pantalones a alguien, se lo amenaza con quitarle los pantalones, la camisa, la camiseta, los calzoncillos, las medias, la chompa y el saco para terminar amenazándolo con dejarlo desnudo.
Incluso se lo amenaza con tener listo a otros hombres que también tienen pantalones para traerlos desde el extranjero con sus propios pantalones, si es que aquellos que están luchando por mantener sus pantalones no dejan de hacerlo y entreguen pronto sus pantalones.
Entonces vienen varios días de amenaza, donde quien quiere quitar los pantalones amenaza y amenaza que no cederá ante las presiones y que morirá defendiendo a todos los que no tienen pantalones y que quieran que les quiten los pantalones a los que han abusado de tenerlos.
De esa manera arman una crisis que terminará cuando los ingenuos que se defendían para que no les quiten los pantalones, la camisa, la camiseta, los calzoncillos, las medias, la chompa y el saco, terminen felices porque solo les han quitado sus pantalones.
De esa manera a los que les quitaron los pantalones se los hace creer que ganaron porque no cedieron, aunque la meta desde el inicio era solo la de quitarles sus pantalones.
De esa manera los sin pantalones se sentirán dignos porque lucharon y no aceptaron que les quiten toda su ropa, mientras que los quita pantalones una vez que ganaron, se quedarán quietos durante un tiempo, hasta volver a atacar a otro grupo al que se lo quiera atacar.
Esta misma técnica que se usó para quitar los pantalones se puede usar para sacar dinero de una empresa. Si quieres sacarle dos cientos millones de dólares, lo que tienes que hacer es decirles que le quieres cobrar cuatrocientos millones de dólares y que no los vas a dejar trabajar ni operar etc. Siguiendo los pasos ya descritos, terminarán negociando y al final tendrán los dos cientos millones de dólares que era la meta que inicialmente querían.
Igualmente se puede hacer lo mismo si se quiere hacer una ley para controlar un gremio.
Se los amedrenta, amenaza, asusta y se los divide para que con la crisis que esto les provoca, de las diez leyes con las que se los quiere coartar, se sienten a negociar hasta que acepten la ley que desde un comienzo era la que ellos querían imponer.
Todo es un juego para determinar quién tiene el control.
Todo es control y poder.
Todo está en hacer creer que se permite todo mientras todo esté bajo control.
En el fondo todo tiene como finalidad el satisfacer a las intestinas pasiones y resentimientos de los que controlan el poder.