Todo lo que comienza debe terminar, incluso las guerras. La invasión de Ucrania finalizará, pero su forma podría determinar el futuro de la humanidad. El armamento utilizado ha sido relativamente convencional, significando un monumental desgaste económico para Putin, más aún cuando los resultados esquivan sus anticipadas pretensiones y sin contabilizar las futuras reparaciones de guerra. El dictador ha actuado irracionalmente sin atreverse hasta ahora a utilizar armas selectivamente estratégicas (cibernéticas) o inclusive nucleares.
El mejor escenario para Putin, la ocupación total del territorio ucraniano y la asimilación absoluta de su pueblo, sería imposible. La peor de las alternativas plantearía el recurso nuclear y entonces todos seríamos perdedores. La respuesta estaría en algún punto intermedio de compleja definición por el absolutista perfil de su principal actor. En cualquier escenario, Putin se mantendría como un criminal de guerra y paria universal, incapaz de liderar una nación e imposibilitado de reinsertarla internacionalmente. Su descarte o eliminación del horizonte por su propia KGB no podría ni debería ser descartado ante tamaño descalabro geopolítico y económico.
Los líderes racionales pueden ser admirados por su brillantez, los irracionales deben ser temidos por su falta de escrúpulos. Putin es el último de esta casta de indeseables. Su desaparición podría ser materia de preocupación en Corea del Norte e Irán, pero definitivamente en Nicaragua, Cuba y Venezuela. Este es un nuevo orden mundial.
Excelente artículo, la caída del sistema socialista empezó desde Nikita, Putin aceleró la decadente Concepción socialista. Sin embargo subsiste el partido único.