Desde antes de la era de la Internet, conocí que en el exterior existía abundante información histórica sobre Guayaquil y resto del país, no disponible en Ecuador o difícil de ubicar. Por el año de 1983 visité los Archivos Nacionales en Washington D.C y quedé impactado por la abundancia de datos que tenía, encontrándose entre otros documentos la correspondencia consular llena de valioso contenido. Los cónsules reportaban al departamento de estado (cancillería) lo que sucedía en nuestro país en lo social, político, económico y diplomático. En la Biblioteca del Congreso (varios edificios) hay informes, memorias, fotos y periódicos de Ecuador. En la Biblioteca Pública de Nueva York encontré abundantes referencias, siendo una de ellas un informe de mi abuelo Pablo Arosemena Merino, como liquidador del Banco Comercial y Agrícola, y un informe de mi abuelo Carlos Julio Arosemena Tola dirigido a Edwin Kemmerer cuando vino a Ecuador en 1926, contratado por el presidente Isidro Ayora para arreglar las finanzas públicas. Situación similar ocurrió en mis visitas a archivos y famosas bibliotecas en Londres, mucha información histórica de Ecuador.
Así comenzó mi investigación histórica buscando fuentes en varios continentes, al principio usaba el fax para hacer seguimiento con mis contactos y al advenimiento de Internet, mi tarea se hizo más productiva. Contacté a las más prestigiosas universidades que incluyeron Georgetown University donde me gradué y posteriormente Harvard University donde hice estudios. Hoy poseo una red de fuentes de investigación muy valiosas que me han permitido tener más de 50 gigas de documentos primarios y libros del siglo XIX de la historia de Ecuador, particularmente de Guayaquil. Como se acercaba el Bicentenario de la Independencia de Guayaquil, en estos últimos años me he dedicado a investigar la vida de tres íconos guayaquileños que estuvieron vinculados a las independencias: Olmedo en Ecuador, Antepara en Venezuela y Ecuador y Rocafuerte en Cuba, México y Centroamérica. A esa fecha había conseguido algo de documentación al respecto. Como primer paso revisé lo que se había escrito sobre ellos y quedé sorprendido por lo que encontré.
De Jose María Antepara Arenaza hay escasa información, que apenas puede llenar tres hojas. De José Joaquín Olmedo se encuentra gran parte de la correspondencia y hay alrededor de 10 biografías, incluyendo las extranjeras, además varios libros sobre sus poesías. Pero no hay un estudio completo como el de Vicente Rocafuerte escrito en 16 tomos por Neptalí Zúñiga a 1947. José María Velasco Ibarra aprobó el proyecto de enviar al escritor a todas las ciudades donde vivió. Lo sorprendente es que la iniciativa nació de Zúñiga quien vivía en Quito y no era guayaquileño. Casi medio siglo después, Alberto Cordero Aroca, basado en el trabajo de Zúñiga, profundizó su investigación de Rocafuerte y publicó varios tomos sobre él en sus diferentes cargos: alcalde ordinario, legislador, presidente, gobernador, etc. Alberto estuvo en mi casa, pocos meses antes de fallecer víctima de Covid-19. Revisé con él la documentación que tenía de Rocafuerte; lo que le interesó fue pasado a un pendrive que había traído.
En las biografías de los tres personajes hay vacíos sobre sus vidas, años que se desconoce lo que hicieron, también encontré información imprecisa y errores. Me propuse buscar los períodos que no se tenía información y logré parcialmente descubrir lo faltante. No me siento satisfecho porque se trata de un pequeño aporte, agregar algo más a la vida de estos patricios, lamento que los vacíos continúen, seguiré investigando. Debo admitir que estoy en ventaja con relación a los historiadores anteriores a la era de Internet, ellos tenían que manejarse por correspondencia que tomaba meses en el vaivén de las cartas pues la vida de los que escribo transcurrió muchos años fuera de Ecuador, siendo Rocafuerte el que más tiempo estuvo fuera de su patria, casi la mitad de su vida. También para encontrar la información en un documento, los historiadores del pasado tenían que revisar página por página. La ventaja de los libros, memorias, informes y correspondencia digitales es la velocidad con que se ubica lo que se busca. Por ejemplo: conocer la información sobre Guayaquil y Olmedo que hay en las Memorias de O ́Leary, edecán que fue de Simón Bolívar, hubiera tomado varios meses. Se encuentra en más de 30 tomos. Usando el buscador los pude revisar en menos de 10 horas. Hay una tendencia en el mundo a digitalizar los archivos nacionales y las bibliotecas, tiene muchos beneficios para el investigador. No es necesario prestar los valiosos documentos y obras, no hay riesgo de deterioro. Lamentablemente la digitalización está llegando en forma
lenta a Guayaquil, a diferencia de Quito que viene digitalizando desde hace varios años.
Fantástica su dedicación. Felicitaciones!
El mensaje de nuestros antepasados no debemos dejarlo quedar en el olvido.
Ellos nos hicieron grandes y respetables en el mundo.
Creo don Guillermo Arosemena es uno de los historiadores con más conocimientos , especialmente, sobre el prócer Olmedo. Como él bien lo dice, aún hay vacíos que investigar, ejemplo, los «posibles silencios» atribuidos por dos eminentes historiadores. Personalmente, no lo considero, por obvias razones.
Digno de loas y apoyo porque solo así se obtiene la Verdad Histórica sobre nuestros antepasados. Congratulaciones.
Creo don Guillermo Arosemena es uno de los historiadores con más conocimientos , especialmente, sobre el prócer Olmedo. Como él bien lo dice, aún hay vacíos que investigar, ejemplo, los «posibles silencios» atribuidos por dos eminentes historiadores. Personalmente, no lo considero, por obvias razones.
Digno de loas y apoyo porque solo así se obtiene la Verdad Histórica sobre nuestros antepasados. Congratulaciones.