Si, ese es el término, desde que llegamos hasta que nos regresamos.
Un clima inmejorable, mucho sol y buen viento. justo para pasear en velero. lo hicimos, por primera vez en nuestra vida, pese a los 40 años que mi hijo tiene en la práctica de este deporte de la vela. un buen amigo de mi hijo se lo facilitó, con marinero incluído. cosa de locos, un poco de ladito en unos momentos y otros del otro lado,. unos ratos con las velas desplegadas, otros sin una de ellas. otro rato anclados, disfrutando del paisaje, con un mar verde agua como ninguno otro..
La puntilla de santa elena, un espectáculo. da la sensación que uno vive entre dos océanos distintos, el que mira desde el balcón de la casa y el que mira desde la ventana trasera.
Al día siguiente, después de cenar en el s.y.c. (un delicioso locro), nos fuimos a las Nuñez, a la casa de otro amigo de mi hijo, también del grupo de las velas, pero algo más joven. su esposa nos atendió de lo mejor. alquilan una villa no muy grande pero con las comodidades necesarias y sobre todo con una pequeña pileta, para los niños, que tanto les gusta bañarse, el día entero si es posible.
En la tarde, pasamos a Olón, ahí pernoctamos, en casa de unos sobrinos. cosa igual. la playa a lo lejos, llena de niños con sus padres, con esos, juegos de playa para entretenerse por horas metidos en el mar.. .
En la tarde regresamos a Punta Blanca. fue una parada técnica, para saludar a mi cuñada y su hija y nietas. esta vez desde la altura apreciábamos el mar, de los varios complejos de los alrededores y de los grandes desarrollos inmobiliarios que hay por esos lares.
A la playa, no se puede ir con las manos vacías, apoyamos con el menú, aún cuando no era necesario, con una torta de choclo, otra de maduro y algunas tortillas de verde. listas, sólo para ponerlas al horno y yá.
A las 6 p.m., regresamos a guayaquil, a cumplir con nuestras obligaciones religiosas de la semana santa, a expiar nuestros pecadillos y excesos comestibles. el ritual del día de la resurrección un tanto diferente, horta y media de duración, pero muy ameno, muy cantado y con mucho ritual y religiosidad.
Se inicio el ceremonial con la prendida, -en el exterior del edificio-, del fuego pascual, que significa la luz, que nos separa de las tinieblas, algo parecido al día de la noche. y de todos los otros aspectos de la creación del universo, toda esa inmensidad, para que el hombre lo domine, lo aprecie y lo explote para su supervivencia. pero que no siempre es así.
Hay quienes quieren destruirlo con guerras entre naciones y con crímenes cuya crueldad, no tiene justificación de ningún orden o pretexto. la ambición, la supremacía de unos naciones sobre otras, esta en ocasiones por encima del desarrollo y del bienestar.
Alguien se inmolo en la cruz para redimirnos, pero, no han cambiado mucho las generaciones a través de 2.000 años.
Insistimos en hacer lo que no debemos hacer, como si todos los problemas de los seres humanos se hubiesen resuelto y sólo bastace definir quien es el mejor o el más poderoso o el mas cruel.
Ya pasó la semana santa, pero estamos o entramos en tiempos de reflexión.. que así sea.