La protesta es un derecho consagrado en la Constitución, no así la violencia terrorista en pro de derrocar el orden constituido. Los alzados repudian a un Presidente que está en deuda con sus electores, pero sus argumentos carecen de la mismísima institucionalidad cuya ausencia es la raíz intelectual del descalabro social en el país.
Es inobjetable que la posición del Presidente en muchos trascendentales temas es hoy diametralmente opuesta a la esgrimida cuando procuraba llegar a Carondelet. Su cambio de postura, empero, no lo exime de la responsabilidad por honrar promesas que aparecen cada vez más en el radar de los incumplimientos. Así, las crecientes necesidades del país terminan ampliamente superando los recursos a discreción de un poder ejecutivo que tampoco atina a establecer un orden de prioridades por salvar su gestión.
El Ecuador necesita institucionalidad para enrumbarse políticamente y asentar en el largo plazo un verdadero Estado de derecho. Dicho esto, el cantinflesco Verdesoto no es más que la antítesis de la comisión anticorrupción, independiente de los poderes fácticos y con el apoyo de Naciones Unidas, prometida durante la campaña. La desilusión de la sociedad es evidente y las encuestas así lo demuestran, la economía del país está en ruinas y no existen perspectivas de una recuperación sustentable tal cual pregonada en comicios mediante una máxima libertad económica. La única salida es política y debe gestarse a través de una institucionalidad que emancipe al Estado de su actual podredumbre.
Los reclamantes deben respetar la constitución ,y el gobierno debe emplear la fuerza pública para controlar los bienes del pueblo y cumplir con sus ofertas de campaña .
Más que una respuesta, mi felicitaciones pues ojalá los dirigentes de esta país, puedan deponer actitudes y trabajar en pos de la institucionalidad del Ecuador