Otra vez y tristemente nos asomamos a la ventana de la historia para ver pasar de nuevo como se repiten los nefastos acontecimientos de octubre de 2019. Parece que no aprendemos de los errores, parece que no somos capaces de convivir unidos, parece que no damos cabida al diferente, parece que hemos perdido la capacidad de reconciliarnos y, sobre todo a vivir en paz.
Pero, no esa paz cobarde que huye para no afrontar los problemas y que se humilla para evitar la agresión.
No esa paz de ojos cerrados de quien no se conduele del vecino, del cliente o del amigo y que solo mira la quietud encerrada entre sus cuatro paredes.
No esa paz indiferente que mientras a mi no me sucede nada, mientras haya paz en mi casa, en mi ciudad, en mi círculo cercano poco me importa lo que les suceda a lo demás.
No esa paz de los cementerios donde reina la perfecta tranquilidad porque todos están muertos.
No esa paz del sometimiento, la de los vencidos que nos resigna a callar, a sufrir en silencio mientras esperamos la oportunidad de venganza.
No esa paz olvidadiza y silenciosa que a pretexto de evitar la ira de los violentos no denuncia el delito y se queda conveniente sin memoria para no hacer justicia.
No esa paz de los idiotas que aman sus cadenas porque son de oro y plata.
No esa paz comprada con las armas o el dinero, tampoco la vendida por los mafiosos y los mercaderes de la violencia a cualquier precio.
No la paz de los mentirosos ni de las media verdades que oculta responsabilidades y evade las consecuencias.
La paz entre nosotros, en cambio es la nunca poseída del todo, la que siempre se está haciendo, la que requiere de nuestro esfuerzo y en la que todos tenemos una tarea para que suceda todos los días.
La paz entre nosotros es la que me mueve a salir de la madriguera de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y de compensaciones egoístas, porque la paz es social.
La paz entre nosotros es la paz que redime, que hace visible al que sufre, al que no tiene, al que no sabe y al que no puede. Es la paz que reconstruye en primer lugar la dignidad de las personas olvidadas o ignoradas por nosotros.
La paz entre nosotros comienza desde la verdad clara y desnuda, que tiene memoria para asumir el pasado y dar esperanza de futuro. Solo desde la verdad se camina hacia la reconciliación y el perdón.
La paz entre nosotros es la nos permite progresar y dejar a los que vienen detrás de cada uno un lugar más habitable, fraterno, libre y justo.
Salgamos de estar asomados en la ventana, dejemos de ser espectadores y víctimas. Recorramos otra vez y otra vez el camino riesgoso, pero fecundo, de la búsqueda de la paz. ¡Que en cada uno de nosotros habite el don de la paz!
Un artículo basado en la verdad, la experiencia y la sensibilidad. Gracias Hmo. Ricardo por sus palabras críticas, que ayudan al discernimiento. Ojalá corramos el.riesgo y dejemos el.miedo para defender la verdad.