La actual legislatura se constituyó con una histórica votación en la que Pachakutik, representación política de nuestros pueblos indígenas, llegó a ocupar su presidencia. La fortaleza electoral no fue suficiente para que sus líderes, dentro y fuera del legislativo, propicien un sustancial cambio para sus comunidades. Todo quedó en la coyuntura política y en la práctica nada se hizo por enfrentar los problemas de fondo. Las bases del indigenado fueron marginadas de la agenda política nacional por los mismos llamados a representar sus preclaros intereses, sus propios líderes. La protesta social fue solo un camuflado medio que utilizó una vez más al pueblo indígena como peones para violentamente derrocar al régimen.
Somos un pueblo mestizo e indígena en el que ha existido una aislada superación en muchos sentidos, pero que no ha percolado adecuadamente hacia las mayorías étnicas. La preparación intelectual, académica, profesional y política de un país se ve reflejada en su representación legislativa y esta no está a la altura de las significativas demandas del país. El desencajado perfil de los integrantes de esta mal versada Asamblea apenas sirvió para la subversión contra un Gobierno que por admisión propia se olvidó sobre cómo llegó a Carondelet. Los resultados están a la vista y 90 días de tregua no resolverán la indigencia en los páramos como tampoco la audacia de los golpistas. Marchamos sin pena ni gloria por el sendero de una agonía sin redención institucional porque hemos perdido el valor de la verdad.
Muy bien Gonzalo, un editorial con mucha verdad. No hay quien pare este desenfreno que es “llegar al poder” para después “no poder”
Parecería que Ecuador está predestinado a la mediocridad
Lastimosamente es verdad, su finalidad era derrocar la Gobierno y no conseguir propuestas válidas para los empobrecidas. Parece que falta liderazgo en las autoridades para frenas tanta destrucción y caos, que perjudica a la economía. Ojalá tomemos conciencia de que tenemos derecho a protestar, pero civilizadamente.