En artículo del 2022-06-24 publicado en este prestigioso medio digital recordaba dos pensamientos premonitorios de Francisco Huerta: “El Ecuador se está convirtiendo en una narco democracia” (2.008); y, “Organicemos….. nos estamos quedando sin república” (2.022). Pensamientos que al haberlos recordado días antes de su óbito, bien cabrían como un homenaje a la límpida trayectoria y memoria de tan noble y ejemplar ciudadano, que dados los aconteceres nacionales se han convertido en verdades irrefutables.
Por algún tiempo va a retumbar en nosotros “… nos estamos quedando sin república”, pues como eco permanente nos atormentarán aquellos dieciocho días de cruel anarquismo sembrado por una facción minoritaria, pero agresiva de ecuatorianos, quienes pretendiendo ser titulares de nacionalidades excluyentes, se manifiestan divorciados de la única que corresponde a nuestro único estado: la ecuatoriana.
Ante esas sufridas vivencias debemos tener presente que este caos social fue anunciado y aún no se curan las heridas del de octubre de 2019, por ello era mandatorio evitarlo con acciones oportunas e inteligentes por quienes tienen el deber de precautelar la paz y seguridad ciudadanas, mediante diálogos directos y frontales con dirigentes y gestores indígenas para determinar y paliar las aspiraciones de aquellos que se consideran víctimas de grave marginalidad, pobreza y desesperanzas.
Si esa acción fracasaba entonces, en aras del estado de derecho, se debió, con la debida anticipación, ejercer la titularidad de la fuerza de manera disuasiva antes que germine el paro y por ende el caos plagado de acciones terroristas y de sabotaje. ¿Como? militarizando todas las vías principales y accesos a ellas a fin de impedir el ingreso a Quito y otras ciudades de la sierra central, para así garantizar la libre circulación de personas y bienes por nuestro territorio y no llegar a la situación crítica de desabastecimiento de insumos médicos-hospitalarios, alimentos y otros. La intransigencia inhumana de garroteros asalariados debe ser sancionada con todo el rigor de la ley, ya que fue causa de muerte de enfermos graves que no pudieron llegar a hospitales, además de otros, entre ellos el militar en una emboscada.
Ahora bien: lo sufrido, sufrido está. Se firmó Acta de Paz, que contiene un fulminante listo para estallar en noventa días en caso que el gobierno no se sujete a las imposiciones del sector indígena, y, sobre todo, a las de su líder, a quien el gobierno con su equivocada detención lo puso en un pedestal, convirtiéndolo en egregia figura dentro de sus pares y otros.
Ahora nos preguntamos: ¿el gobierno va a realizar lo que políticamente corresponde? UNO: fortalecerse políticamente activando un entendimiento franco, valiente, frontal con aquellos dos partidos que gracias a una madurez política no permitieron su destitución en la Asamblea, para consolidando un gran frente de concertación nacional se constituyan como tal en guardianes y garantes de la estabilidad del gobierno y sus instituciones. Situación válida para que el ejecutivo atienda prioritariamente las demandas de todo el sector productivo del país casi aniquilado por quienes creen que un litro es igual a un galón. Ignorancia supina. DOS: Paralelamente debe atender con inteligentes y honestos operadores políticos-sociales los compromisos del Acta de Paz, pues el ejecutivo debe estar consciente que el sector indígena y la población de escasos recursos en general sea atendida como corresponde humana y solidariamente, antes que sean manipulados vilmente por nefastos liderzuelos de poncho, como también, y, sobretodo, por aquellos politicastros envenenados y condenados por nuestra justicia, conjuntamente con las mafias que mueven millones de dólares en maldito negocio que intenta destruir a nuestra sociedad desde sus cimientos.