La isla arranca sentimientos de profunda consternación y tristeza por una revolución que luego de 63 años aún mantiene sepultados en vida a la mayoría de sus connacionales y justifica la falta de libertades en un demagógico orgullo patrio.
Artículos tan elementales como pan de pascua, jabón, chocolates, papel higiénico, toallas sanitarias, frutas variadas, hay y de sobra, pero exclusivamente en las tiendas para extranjeros y a precios internacionales. La cruda realidad es que todo insumo considerado básico en cualquier país occidentalizado, en Cuba es un lujo. El régimen, a través de tarjetas de consumo, raciona el arroz y el aceite, incluso las limitadísimas proteínas. Las reses en el campo están censadas y pertenecen al Estado; faenarlas por cuenta propia constituye un delito más grave que un asesinato.
Los empleados son estatales con remuneraciones irrisorias y a disposición de la seguridad del Estado para múltiples funciones, incluyendo actividades pasivas como fotografiar a supuestos focos de subversión en parques y lugares públicos. No es ningún secreto, nadie es de confiar, todos se autovigilan bajo órdenes superiores o por instinto de supervivencia. El sistema es impopular, pero subsiste a través del miedo y terror infligidos por la nomenklatura. Por inverosímil que parezca, la libertad de todo un pueblo castigado por el comunismo se expresa en la misa dominical a través de su indeclinable peregrinaje de fe y esperanza. ¡La iglesia del silencio en Cuba tiene en Francisco al vicario menos reformador!
Llegaremos a eso?
MALDITO COMUNISMO!!!!
Moderación..?
Ok.
Siento gran indignación por el subyugado y engañado pueblo de Cuba, siento dolor ajeno,.
Lo peor es que l o s líderes maquiavelicos, opresores si viven con toda opulencia.
La iglesia del silencio, como se ha denominado en este artículo, es un pasivo papal desde hace 60 años bajo la batuta de Papas con distintas orientaciones. Si el papa Francisco fortalece la participación laical (lo que hoy se ha dado en denominar sinodalidad) sin duda abrirá las puertas no sólo en Cuba sino en el mundo.
Se puede pensar lo del Opus Dei como uno de esos signos que envía al Pueblo de Dios a más de los ya dados frente a situaciones conflictivas heredadas.