Desde niño te buscaba,
Te ansiaba como se ambiciona un anhelo inalcanzable.
Eras la quimera de mis sueños y todos sus ensueños.
Construía horizontes de ilusión; no creía que existías…
Siempre te creaba, mi pensamiento te inventaba,
Cada antes de encontrarte te encontraba,
Caminaba como un desquiciado suplicando por cordura.
Todo mi todo era mí nada…
En el instante que te supe, nació el sentir de mi sentir…
Suspiré en los universos con sus cielos estrellados.
Te convertí en mi convicción de pertenencia y posesión,
Una pasión donde se fragua la excitación y la ternura.
Te necesito con la apetencia del tener, del pretender.
Me enardece el transcurrir de tú afecto derramado.
Eres la conciencia del entendimiento de mí concebir,
Tienes las respuestas de todo mi querer en tú querer…
Eres la consecuencia de mi premonición; el saber de mí entender,
La sin razón del sentido sin sentido de toda mí razón,
En tus pardas oquedades descubrí al más querido de tu historia.
Nunca he amado con tanta pasión, tanta emoción, tanta dulzura…
En un atardecer cualquiera y de tiempo en tiempo,
Miraremos el mar, contemplaremos el azar…
Soñaremos con las flores, beberemos sus olores,
Inventaremos una melodía sin música ni tiempo.
Necesito tu existencia para mí existir,
No vivo sin el revivo de tu vivir.
De tu aliento nacen los suspiros de mi respirar,
La fuerza de tu amor es la fuerza de mi amor…