21 noviembre, 2024

Viaje al Chimborazo

Fue hace unos 40 o 45 años. Salimos en un bus y vehículos particulares, desde la ciudadela Kennedy, de Guayaquil, a las tres de la mañana, invitados por las Juventudes del FRA de Riobamba, que habían levantado un monumento de piedra como un homenaje póstumo al Ec. Abdón Calderón Muñoz, en dicho lugar.

Llegamos a Riobamba al desayuno. Desde allí nos dirigieron dichos jóvenes hasta el lugar del homenaje, ubicado a unos 4.500 m de altura sobre el nivel del mar (primer refugio). Nos habían advertido: caminar muy despacio, la falta de oxígeno es impresionante. Los mayores lo hicimos, no así los jóvenes (hijos,sobrinos, nietos). En ese sitio estaba un equipo de fútbol jugando y pronto se enfrentaron con ellos. Al término del primer tiempo, estos chicos empezaron a sentir soroche. Nos contaron que ahí entrenaba El Olmedo, que fue Campeón Nacional, en aquellos años..

Los jugadores de ese lugar les dieron agua de canela con puro. Les hizo peor. Llegaron a los vehículos casi desmayados. De ahí se parte al segundo refugio. No subimos, por cuanto no se puede subir con vehículos y se necesitan trajes y zapatos especiales para ir por el caminito que está cubierto de nieve. La vista del chimborazo desde ese lugar es maravillosa, se aprecia una capa de nieves perpetuas sobre su cumbre de unos doscientos o trescientos metros de ancho. 

Terminados los discursos y los aplausos, con los chicos medio desmayados, mi madre ordenó el retorno a Riobamba. A medida que bajábamos, iban recuperando el color. Para colmo, se pinchó una llanta de uno de los vehículos. Mientras el chofer la cambiaba, nos bajamos del bus a admirar el paisaje. De repente una tormenta de granizo se desató con fuertes vientos. Las bolas de granizo que caían eran del porte de los bolondrones con los que jugábamos a las bolas de pequeños. Nos metimos a los vehículos y partimos hacia Riobamba, al mismo hotelcito donde desayunamos. 

Años después, me enteré de que ese hotel se quemó como consecuencia de una gran explocion de pertrechos y tacos de dinamita que estaban almacenados en el cuartel general del ejército ecuatoriano, acantonado en riobamba, “el Galápagos” que afectó a varias casas de manzanas aledañas. 

Después del almuerzo, regresamos a Guayaquil por la carretera Riobamba-Guaranda, que prácticamente le da la vuelta al chimborazo.

Recomiendo un paseo al Chimborazo, pero siempre acompañados de guías riobambeños especializados en ascensos.



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“Si no existiera la palabra hijo, buscaría una nueva palabra. Una palabra que
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manabita Horacio Hidrovo, quien acaba de fallecer, en este mes de junio. A él
como padre de familia, como hijo de su madre tierra, Manabí, le dedicamos
estas líneas y reflexiones sobre el Día del Padre, su verso nos invita a pensar
en la pureza, grandeza, fuerza y destino del viento, que es la metáfora
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Así es queridos jóvenes, ser papá no es fácil, ser papá es un destino que se va
forjando en el día a día de una historia que solo se puede escribir con amor y
ternura, con fuerza y templanza. Ser hijo, tampoco es fácil, cuidarlo hasta los
últimos detalles en su primera infancia, desde que nace hasta los seis años,
nos invita a relacionarlo con lo bonito, todo nos parece bonito, todo nos parece
agradable y por ello lo toco, lo alcanzo. Para llegar a la segunda infancia de los
6 a los 12 años, donde a ese niño todo le parece bueno, por eso lo quiero y lo
deseo, para llegar a la tercera infancia, la más desafiante e importante para
llegar a la verdad, de los 12 a los 18, más o menos, donde todo debe ser real y
no siempre es ni bonito ni bueno. El éxito de un buen papá o mamá o de quien
haga sus veces, como la de un buen educador, educadora es adecuar esa
etapa de la vida con la palabra clave que la caracteriza. Con la bondad, belleza
y verdad en la que nos debemos mover para crecer y ser felices.

1 comentario

  1. Es una experiencia única y distinta. La hermosura de la Naturaleza y la magestuosidad del Chimborazo merecen la preparación de casi tres meses para poder subir hasta el 2° refugio que está a más de 4000 metros y no sufrir los estragos del soroche, como nos ocurrió en la primera ocasión.

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