El papa Francisco concedió audiencia a 850 empresarios pertenecientes a Uniapac, Unión Internacional Cristiana de Empresarios, entre ellos una docena de ecuatorianos. Nos propuso contribuir a una economía del bien común. “Es necesario un sistema económico renovado, un nuevo orden que contribuya al imperio del bien común”, un objetivo compartido por todos los agentes económicos en el mundo entero.
“Crear una nueva economía mundial”: es urgente la exhortación del papa a los empresarios reunidos en el 27.° Congreso Mundial; además nos recordó las palabras de la encíclica Laudato si, que la vocación de empresarios es “una noble vocación”, que la vida y acciones, en su vida de empresa, sus capacidades, incluyendo el éxito en los negocios, son todos dones de Dios y, por tanto, objeto y medio de santificación para sí mismos y para quienes los rodean.
Se espera que los líderes cristianos tengan el valor de “reconocer la gracia y la sabiduría de Dios en sus vidas”, permitiendo que estas “guíen y dirijan sus relaciones en los negocios y en sus empresas”.
Estamos llamados a ser creativos para hacer el bien, “utilizando los bienes de este mundo”, incluidos “todos los dones que hemos recibido del Señor, no para enriquecernos, sino para generar amor fraterno y amistad social”.
El pontífice asegura que una economía diferente “da vida, incluye, humaniza, cuida la creación y no la explota”. Además, como se afirma en la Doctrina Social de la Iglesia, “toda persona tiene derecho a participar en la vida económica y contribuir, según sus capacidades, al progreso de su país y de toda la familia humana”, y esto “es un deber de solidaridad y de justicia, la mejor manera de hacer progresar a toda la humanidad”.