Hacer una lista de cosas pendientes parece una buena idea en tiempos en que requieres hacer algo para mejorar, para sentirte útil, para sencillamente pasar de creer que no hacemos nada a hacer algo que vale la pena.
Las cosas pendientes pueden ser desde una llamada, una visita, un regalo, hasta poner en orden tu vida, tanto interior como exteriormente.
Recuerdo que dejé en pendiente algunas visitas, algunas llamadas y ahora esas personas ya no están…
A veces, acumulamos cosas, sin decir que eso sea bueno o malo, al final, no sirve de mucho. Mejor es revisar y organizar, que sirve y qué no. Lo que ya no se usa, lo que inclusive, ya no se usará más.
Cosas que están ahí llenándose de polvo, pueden ser usadas de manera efectiva por otras personas. No en vano se hacen los famosos mercados de pulga, o ventas de garaje. También, simplemente, se pueden dar obsequios. De esa manera se reutilizan objetos y se evitan gastos a otras personas, para quienes estos serán de provecho.
Como he contado en artículos anteriores, este año ha sido para mí un año difícil desde que comenzó, y todo ha ido mejorando ahora, cuando casi está por terminar. Pese al diagnóstico de cáncer, la quimioterapia y todo el estrés que esto trae consigo. Gracias a Dios hay pruebas que se han ido superando.
Además, se suma que también este año he tenido que ir mejorando de las crisis de ansiedad y pánico. Pero bueno, nada dura para siempre y sé que todo esto pasará como un profundo aprendizaje de vida, difícil, pero no imposible.
Haciendo una revisión, tenía muchas cosas pendientes y las fui solucionando. Desde las llamadas, pedir disculpas, decir te quiero, hasta organizar las cosas materiales. He tenido la oportunidad y la felicidad de dar algunos lindos obsequios, por ejemplo.
Entre lo que más me cuesta, y aún estoy en eso, es ordenar las fotos. Tengo cajas de fotografías, papeles, tarjetas, etc., en una esquina de la casa, esperando casi un año para ser clasificadas, organizadas y desechadas, las que tenga que botar. Lo importante es empezar y no desesperarse. Ya empecé, poco a poco me he propuesto terminar con eso. Así que les doy esa sugerencia, ir organizando y sacando, todo queda más limpio, claro y llevadero.
Obvio que, al organizar las fotos, las tarjetas, etc., sobre todo las familiares, da una tremenda nostalgia. Pero eso también hay que superarlo, no podemos quedarnos anclados en el pasado. Los recuerdos deben ser solo eso y cuando llegan a nosotros servirnos para darnos momentos de felicidad, tal como me lo suele decir mi querida tía Gloria. No quedarnos ahí, porque eso solo hace daño y no sirve para nada.
Así que, aunque parezca una tarea “material” no lo es, casi siempre en todo hay emociones implícitas, y hay que saber manejarlas. Pedir a Dios sabiduría para poder hacerlo de la mejor manera, es lo que nos queda, según mis creencias. Para otras personas puede ser más fácil desechar esto o aquello, y mejor si es así. Pero no todos somos iguales.
El apego, eso es lo que hay que superar, el apego a todo, inclusive a lo que más nos gusta o a lo que más queremos. Solo estar muy junto a Dios es lo que, al menos a mí, me da calma. Y no es que sea una devota fantástica, ruego al Señor, todos los días que aumente mi fe.
En fin, hacer esa lista de cosas pendientes, sin apuros y tal vez, sin ponerse fechas rígidas, para no estresarse. “Poco a poco le entra el agua al coco”, suele decir un querido amigo llamado Danny.
Comparto esta idea con ustedes, porque puede suceder que pensemos que no tenemos nada que hacer o que se pierde el tiempo. Bueno, siempre hay algo por arreglar, revisar, organizar, y si nos toca hacerlo, ¡qué mejor! Estamos siendo muy útiles en casa, en la oficina o en dónde sea que lo hagamos.
Y en esta época navideña, vale la pena si encontramos entre lo que tenemos buenos obsequios, ahorramos algo de dinero y aprovechamos para reutilizar las cosas. No me refiero solamente las típicas donaciones caritativas, sino a que podemos hacerlo con amigos, familiares y colaboradores. O con las cosas que ya no usemos apoyar causas que otros inician para ayuda social. Gracias a mi hija Paula, que me ha entusiasmado con esta actividad, que he ido realizando a medida de lo que la situación de vida, lo ha ido permitiendo. Mucho se puede hacer si nos damos cuenta de las cosas pendientes y dejar de postergarlas.