El potencial uso de fuerza nuclear fue siempre un recurso interpretativo manejado por los EE. UU. y la URSS. La emisión de directrices de esa envergadura es potestad ejecutiva cuya efectividad requeriría el cumplimiento de estrictos protocolos de seguridad y la verificación de instrucciones en paralelo. La disposición sería transmitida a jefes militares a través de códigos encriptados y por canales de comunicación no tradicionales. ¿Tendría Putin el control del Kremlin para emitir dicha orden?
La capacidad de Occidente en interceptar dichas transmisiones sería vital en su defensa y respuesta. En todo caso, una vez difundida tamaña disposición se ejecutarían sincronizados movimientos físicos y estratégicos imposibles de no ser detectados tanto por agentes en territorio como en el espectro radioeléctrico por satélites y aviones espías. La réplica tendría un restringido periodo de tiempo en activarse dependiendo de la cadena de mando, el pretendido uso de un arma no convencional y su proyectado alcance.
El mundo enfrenta un episodio trágicamente referenciado como el de 1962 por los enfrentamientos que no se consumaron1, pero radicalmente diferente ya que la única solución posible yace en la eliminación de su protagonista por su propia gente. Sería inconcebible que Putin dictase órdenes que no se cumplieran y que su permanencia en el cargo no se viese afectada. Los altamente sensibles canales del espionaje -y contraespionaje- internacional son claves para la seguridad de los actores en la consecución del bien mayor.
1 El submarino soviético de propulsión a diesel y con armas nucleares B-59, severamente averiado por cargas de profundidad arrojadas por la flota naval estadounidense en aguas del Caribe cercanas a Cuba, estuvo sin contacto con Moscú por más de 24 horas. Su comandante, Valentín Savitsky, presagiando que el estallido de la III Guerra Mundial era ya un hecho consumado, pretendió lanzar un torpedo nuclear T-5 contra los buques estadounidenses, pero dicha decisión requería la aprobación protocolaria de otros 2 oficiales a bordo de la nave. El oficial político Iván Maslennikov plegó con Savitsky, pero gracias a la negativa del comodoro de la flotilla de submarinos bajo comando del B-59, Vasily Arkhipov, el lanzamiento fue abortado.
Lo ocurrido en 1962, muy bien descrito por Gonzalo Zurita, es un hecho histórico, ocurrido durante la Guerra Fría, así como otros acontecimientos acaecidos en el Caribe y que culminaron el 28 de octubre de ese año con la llamada Crisis de los Misiles, cuando el presidente John F. Kennedy ordenó el bloqueo marítimo de la isla de Cuba al haberse conocido que se estaban transportando en buques mercantes soviéticos misiles con cargas nucleares e implementos para terminar la instalación de plataformas de lanzamiento que apuntaban al territorio de los Estados Unidos de América, distante de aquella isla apenas 140 Km.
Esto ocurrió cuando unidades de la Armada del Ecuador se encontraban realizando la Operación UNITAS, con unidades de la Armada de los EE. UU, razón por la cual se suspendió la operación y las unidades norteamericanas retornaron a sus bases.
Es suscrito formaba parte de la dotación del BAE Manabí y ostentaba el grado del Alférez de Fragata, a diez meses de haber egresado de la Escuela Superior Naval.
Germán Yépez Espinosa
Almirante (s/p) Ex comandante General de Marina
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