3 diciembre, 2024

LA Academia Nacional de Historia y su importante trabajo

“No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños. – Cicerón – 

La Academia Nacional de Historia ha tenido la amabilidad de incorporarme como uno de sus miembros. Es un gran orgullo para mí.

Es importante recordar la importancia de este tipo de instituciones. 

Un país con ciudadanos que desconocen su historia, que no entienden sus problemas, no los podrán solucionar.  

Conociendo la historia podemos actuar, mínimo, con los altos estándares de los mejores ciudadanos que nos precedieron. 

Un país desarrollado es el que tiene ciudadanos educados, preparados, capacitados. Es por esto que es común ver en los países desarrollados bibliotecas y librerías muy cercanas entre sí y constantemente llenas.  Lo contrario sucede en los países en vías de desarrollo. 

Si queremos sacar adelante al país hay que educar a todos los ciudadanos. Todos podemos estar un poco más preparados y para esto es la educación continua.

La Academia Nacional de Historia trabaja desde el 24 de julio de 1909 y es del tipo de instituciones que se dedican a investigar para poder luego pasar esos nuevos conocimientos a los círculos de los educadores – colegios, universidades, etc – para que luego llegue al público en general.

Sus miembros han sido por más de un siglo los encargados de debatir y escribir la historia de nuestro país, la cual se va actualizando cada vez que aparecen nuevos documentos o elementos arqueológicos que den más precisión a los hechos.

Por supuesto que se trabaja de forma gratuita por ser un país que todavía no valora ese tipo de actividad, pero siempre hay la satisfacción de que cuando uno se coloca debajo de la sombra de un árbol, es porque alguien puso una semilla tiempo atrás sin certeza de que sembrar esa semilla le daría un beneficio a alguien. 

Esa es la importancia de este tipo de instituciones a las que todos debemos apoyar.

Cada uno de nosotros puede ayudar a otra persona que sabe menos en algún aspecto, a enseñarle lo que sabemos. Y de esta forma se podría formar una masa crítica que ayude a transformar nuestro estancado país. 


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Confieso que la primera vez que escuché esta aseveración por parte de los
ejecutivos encargados del seguimiento y evaluación de los procesos educativos
superiores en el Ecuador me pareció exagerada y hasta insultante. Hoy, y en
muchos casos, debo admitir que tiene su razón de ser en la casi inoperante
preparación que muchas universidades, escuelas y colegios han desarrollado en
quienes confiaron a sus hijos e hijas como alumnos.

Pero el asunto es aún peor… pues estos jóvenes, preparados para el siglo
diecinueve y no para el actual, son conscientes –algunos me lo han expresado- de
lo tragicómico de su preparación cuando se le permitía en las escuelas y colegios
–muchos de ellos fiscales pero también particulares-, hacer lo que les daba la
gana, presentar cualquier trabajo y ganarse la máxima nota, o lo que es peor,
irrespetar a la autoridad constantemente, sin dejar de anotar, el enciclopedismo, la
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