Como lo manifestaba en la Parte I, esta reacción de resistencia pasiva se ha convertido en todo un símbolo universal de defensa del bosque respecto la fuente de vida y de supervivencia, siendo la mayor portavoz su compatriota Vandana Shiva, física y filósofa india, fundadora de Navdaya un movimiento social de mujeres para proteger la diversidad y la integridad de los medios de vida, especialmente las semillas denominado CHIPKO -significa abrazar- y quien realiza una dura crítica al sistema tecnológico occidental colonizador del mundo.
Establece que «lo que se conoce como desarrollo, es un proceso de violencia contra la mujer y la naturaleza en todo el mundo que tiene sus raíces en postulados patriarcales de dominación y centralización».
Sin embargo, se sostiene que fue en 1974 Françoise D’Eaubonne, escritora francesa, quien utilizó por primera vez el término «Ecofeminismo» para hacer un llamamiento a protagonizar una revolución ecológica que debería, además, impulsar nuevas relaciones de género, entre hombres y mujeres y también una relación diferente entre humanos y naturaleza.
Por lo tanto, sería necesario proponer reformas medio ambientales que consideren una mejor aplicación de la ciencia moderna acompañada de una legislación que lo garantice con la finalidad que las mujeres acceden al poder a través de la igualdad de oportunidades, participando en las decisiones que se deban tomar respecto a la situación medio ambiental y a la calidad de vida.
Desde ese momento el protagonismo de la mujer es aún más indiscutible. Como influencia derivada del antecedente narrado, fomentó la aparición de numerosos movimientos de resistencia contra ese mal desarrollo tecnológico. A su vez, este movimiento femenino extiende la lucha naturista a otros movimientos como el feminismo y rechazo de la violencia de género o la lucha política, es decir, crear una sociedad ecológica, no centralizada, no jerárquica, no militarizada, creyendo en la igualdad y la justicia, donde las mujeres no vivan oprimidas, donde exista democracia interna en la que las tecnologías sean respetuosas con el Medio Ambiente a fin de evitar la destrucción ecológica, catástrofes industriales, nuevas guerras y mal funcionamiento de las economías.
Es por esto que las mujeres debemos aportar propuestas para los cambios necesarios e improrrogables para la misma supervivencia de la Humanidad.
Para ello se toma en cuenta que las mujeres controlamos todas las fases del ciclo alimentario. En América Latina y Asia las mujeres producen más del 50% de los alimentos disponibles y en África casi el 80% además de encargarse de proveerse de agua potable y leña. A cambio disponemos, como se sostiene, el 1% de la propiedad y tienen cerrado el acceso a créditos, ayudas, educación y cultura.
Por este motivo diferentes movimientos ecológicos protagonizados por mujeres han dado luz al llamado ecofeminismo de los pobres. Porque, también, la pobreza cada vez tiene más rostro de mujer.
No debemos olvidar que las mujeres rurales mantienen una relación muy estrecha con la naturaleza; tanto como usuarias y gestoras de los recursos naturales, como productoras de alimentos y otros bienes destinados al consumo y al mercado y como administradoras y consumidoras de bienes, a pesar de la variación que se produce de una mujer a otra en función de la clase social, raza, casta, religión, etnia, etc., factores que determinan los efectos de la degradación ambiental sobre dichas mujeres y su capacidad de respuesta.
El escritor norteamericano Gail Omvedt manifiesta: «las mujeres del movimiento Chipko, con seguidoras en USA., Malasia, Alemania, algunos países de Asia, están más próximas a la naturaleza por su papel como recolectoras de pasto para el ganado, combustible y agua; mientras que los hombres a menudo emigran a la planicie en búsqueda de trabajo u obtienen pequeños beneficios del «desarrollo».
Este hecho contribuye a la comprensión del porqué las mujeres más que los hombres participan, activamente, en las reivindicaciones y movimientos ecológicos que luchan por liberar a la naturaleza de su explotación y a las mujeres de su posición de inferioridad.
La historia del movimiento de mujeres por la naturaleza ha estado marcada por la tensión creativa entre activistas y teóricas. Ya en los años 80 el ecofeminismo adquiere poder a través de acciones políticas concretas en Europa y Estados Unidos, iniciativas sobre armas nucleares, pesticidas, ingeniería genética, conservación del agua y de los bosques, además de su rechazo por los aditivos cancerígenos en los alimentos.
La próxima entrega sobre este tema, será el final y mencionaré algunos nombres de féminas forjadoras de la lucha por la defensa de la Naturaleza.
Muy interesante. Desconocía el movimiento del ecofeminismo y las estadísticas. Dios quiera que se haga justicia a nuestro sexo (el género es el humano) y sobre todo a las más pobres que son las que están más cerca de la naturaleza.