En búsqueda de un nuevo orden político económico

El país sufre un crónico estancamiento económico por un desestabilizador proceso político, aún en desarrollo, que mutiló su frágil seguridad jurídica. La corrupción pública se tornó pieza angular de un execrable manejo político reflejado en el excesivo endeudamiento estatal (±75% del PIB) y una paupérrima inversión extranjera. Los correctivos primarios están fuera del radar de la coyuntura cuando la deuda es parte ya de un insostenible círculo vicioso y la inseguridad ciudadana satura las reservas de lo tolerable. Ciertas medidas económicas, por su eficacia y prontos efectos, podrían forzar una estructural e impostergable reforma política. 

Crecimiento y consumo. La reducción del IVA haría que el ciudadano retenga más dinero en su bolsillo, aumentando su propensión al consumo (80% del PIB) y la recaudación total. El aumento del gasto personal y la mayor velocidad de su circulación dinamizarían otros consumos previamente rezagados.

Arancel universal al 5%. Se formalizarían prácticas comerciales acabando con la subfacturación y eliminando el contrabando. El Estado se beneficiaría de mayores ingresos fiscales por un consumo exponenciado en libertad, agilidad y confianza.

Riesgo país (1,213 puntos @ 04/01/2023). Las condiciones geopolíticas pronto nos llevarán a un aprieto económico mucho mayor si no accedemos a políticas de liberalización del consumo y eliminación de impuestos. La política miente, la economía no; los desaciertos fraguados entre la mentira y la incompetencia son la esencia de un fracaso sin retorno.