En los anteriores artículos sobre este tema, indicaba el camino que recorre la presencia de la mujer en defensa del ambiente y lo qué ha costado llegar hasta lo que se ha conquistado. Es poco frente a las múltiples necesidades, por lo menos, ciertos reconocimientos no solo de igualdad sino de protección ambiental que redunda en el bienestar de sus hijos y de la Humanidad. Para finalizar relato sobre la presencia de una de las pioneras sobre el particular.
Si la contaminación de los alimentos, del agua y del aire constituyen supuestamente la principal causa de los cánceres de mama (y de próstata), ¿Dónde está la responsabilidad individual de elegir un estilo de vida? Por éstas y otras razones, algunos grupos feministas han comenzado, cada vez más, a vincular sus reivindicaciones con las realizadas desde el ecologismo.
En 1962 con la salida a la luz pública del ensayo La Primavera Silenciosa (The Silent Sprint) escrito por la bióloga Rachel Carson y considerado por muchos como la «Biblia del ecologismo«, se dio inició al gran movimiento ambiental que habría de denunciar por primera vez la utilización masiva de productos agroquímicos, principal arsenal de la llamada «Revolución verde», que buscaba garantizar la seguridad alimenticia de la creciente humanidad de la posguerra, ocasionando efectos perjudiciales no sólo al medio ambiente, sino también a la salud de la personas.
Por su labor científica, su compromiso con la defensa del patrimonio natural y su exigencia de una explotación racional de los recursos agrícolas, Rachel Carson se convirtió en la pionera del llamado «ecofeminismo«. A ella le siguieron muchas otras, pero tal vez la más representativa fue Lois Marie Gibbs que encabezó una larga campaña para demostrar las fisuras del depósito más grande de dioxinas del mundo.
La campaña de Love Canal (Nueva York) Gibbs consiguió que 240 familias fueran evacuadas en 1978 y la zona fuera declarada Área Federal de Desastre. La compañía Hooker Chemicals había vendido en 1953 el vertedero al Consejo Local de Educación por un dólar a cambio de que la compañía fuera absuelta de cualquier responsabilidad futura. Estas dos mujeres, Carson y Gibbs, fueron en su momento el símbolo de la conciencia ambiental crítica en Norteamérica. Actualmente en todos los países del mundo existen movimientos ambientalistas y sociales.
Las solicitudes para que las mujeres tengan una mayor participación en los procesos de toma de decisiones políticas relacionadas al cambio climático están aumentando en todos los foros de discusión, como es el caso de las Naciones Unidas. O, en Alemania, durante el congreso «La Mujer en la Ciencia y en la Tecnología».
En la década de los 90, un grupo de mujeres inició un proyecto de energía alternativa. Primero crearon una red abierta de información, después visitaron diversos proyectos en Europa y, finalmente, se decidieron por la realización de una central eólica. Así es como se creó la Cooperativa Energía y Mujeres en 1992, en Hamburgo, Alemania.
Estas mujeres acometieron la búsqueda de financiación, diseñaron y construyeron una central eólica, ejemplar técnico, estético y respetuoso con el medio ambiente que ha estado funcionando en Heme desde 1994 y que produce 450 kW. Pero, lo más positivo es que han introducido una nueva dinámica, han mostrado la competencia profesional de las mujeres y han dado ejemplo.
Los efectos de la degradación ecológica inciden directamente sobre las desigualdades, haciendo más evidentes los desequilibrios socio/económicos entre estados, entre regiones y entre los grupos sociales, instigando conflictos latentes y a la emigración de víctimas ambientales.
Según señala Ana Sabaté Martínez, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, “El Ecofeminismo se configura como «un movimiento que teoriza las conexiones entre mujeres y naturaleza».
La mayor parte del ecofeminismo occidental tiene un considerable nivel de abstracción, planteando las relaciones con la naturaleza en el ámbito filosófico, frente al concepto de medio ambiente que se maneja dentro de la geografía».
El ecofeminismo es una respuesta más que intenta aunar esta nueva visión a la que nos enfrentamos. Ante la situación concreta del aumento de los impactos ambientales y su relación con la desigualdad social y de género, la corriente ecofeminista está intentando dar voz a estas nuevas posibilidades de ver el mundo, al mismo tiempo que es un nuevo intento de diálogo de dos posicionamientos críticos de gran relevancia para el nuevo siglo, el ecologista y el feminista.
Consecuentemente podríamos manifestar que el ecofeminismo es una opción real de transformación social si partimos de que la dominación y explotación de las mujeres y la dominación y explotación de la naturaleza tienen un origen común, situándonos a las mujeres en una situación privilegiada para acabar con dicha dominación.
Las mujeres nos hemos afirmado progresivamente como socios para decidir sobre el funcionamiento del mundo. Fortalecidas gracias a nuevas experiencias deseamos ahora hacernos oír, que se valore nuestro enfoque y experiencias adquiridos a partir de las situaciones vividas; deseamos desarrollar y promover otra filosofía a favor de otro tipo de organización del mundo. El desarrollo sostenible no puede ser ignorado y algunas mujeres ya le han dado el lugar que le corresponde, convirtiéndolo en base fundamental para sus reflexiones y para sus acciones.
Nota: Reactualizo su publicación por ser más que nunca necesario el respeto a la Naturaleza.
Muy interesante el eco feminismo, del cual no tenía ni la menor idea. Gracias por instruirnos.