La vida es impredecible

Nos enseñan desde niños a pensar en que podemos tener el control sobre las cosas, incluida la vida; nos presentan a la muerte como algo terrible y doloroso (doloroso si lo es para quien pierde a sus seres queridos) y no como algo natural, parte de que somos seres humanos. Es decir, físicamente finitos.

De acuerdo a la religión o filosofía de vida que profesemos, la muerte se puede mostrar desgarradora y llevarnos a vivir desde el miedo. También puede existir la esperanza de un “más allá” feliz como la vida espiritual, o como el final de todo sin ningún otro proceso que continuar.

También nos pueden hablar del cielo, el purgatorio o el infierno y complicar un poco más el sentido de la muerte. 

El conocer a un Dios Amor que nos acogerá en ese momento tal vez sea, o lo es para mi, la mejor esperanza.

Pero en sí, la muerte no es un asunto fácil de aceptar o de asimilar para casi nadie, porque aceptarla no queda más. 

Hay quienes sí, tienen una fe o unas convicciones muy fuertes y eso les da otra visión de la vida y de la muerte. Pero hablo de personas comunes como tu y como yo que podemos sentir miedos naturales ante esto.

“No es fácil asimilar esto”, me respondió una abuela que acababa de perder a su nieta de 22 años, de un momento a otro. No, no es fácil. No lo fue para mi cuando perdí a mi mamá, siento que aún no lo asimilo y han pasado siete años. No fue fácil saber que una compañera de colegio se quitó la vida debido a la depresión o que otra de ellas que iba junto a mí en el bus, murió súbitamente de un infarto mientras trabajaba.

Muchas personas siguen sus vidas tratando de mostrarse fuertes, en mundo que lo exige así, cuando llevan un luto permanente en su corazón. A la larga eso trae una serie de trastornos emocionales y enfermedades físicas.

Todo este preámbulo para contarles que junto a mi esposo vimos una película, que en español se titula: La última nota. Interpretada por Patrick Stewart y Katie Holmes. 

La película presenta la vida de un pianista, uno de los mejores o el mejor del mundo, que intenta superar el miedo escénico, luego de la muerte de su esposa.  

La película canadiense, nos muestra bellos paisajes y fondos musicales preciosos, de música clásica de grandes compositores.

El pianista es interpretado por Patrick Stewart, quien es ovacionado por el público, pero nada de eso lo llena, ya que vive un vacío existencial. 

Katie Holmes, es quien encarna el papel de una tenaz periodista fanática del pianista, de espíritu libre, que lo sigue a sol y sombra para hacer una reseña de su vida.

En algún momento de la película, mientras él conversa con la periodista, le dice algo así como que alguien puede estar comiendo o abriendo una ventana o tú estar durmiendo plácidamente mientras el ser que más ama amanece muerto a tu lado.

La periodista poco a poco se va ganando la amistad del pianista y lo ayuda a superar sus miedos. Se enamoran, viajan juntos a Francia, a la casa que él tiene en la campiña, y pasan momentos alegres, hasta que llega la tragedia final, y es la muerte de la periodista mientras el pianista ha viajado a dar un concierto. 

Esto lo deja profundamente abatido y escapa a Suiza, lugar a donde tenían planeado viajar juntos, para escuchar a otro pianista (ex novio de ella) quien solo en un lugar específico de ese país, una vez al año interpreta sinfonías de autores clásicos.

El manager, interpretado por Giancarlo Esposito, lo encuentra y le recuerda de un gran concierto que el pianista debe brindar en Inglaterra. Pero él se niega, no quiere presentarse más ante un auditorio, esta atormentado y con un dolor muy profundo. Sin embargo, luego de leer la nota que la periodista había escrito sobre él, y que el periódico a donde ella trabajaba publicó póstumamente, el pianista decide presentarse y dar el concierto por ella. Ya que en su nota la periodista habla sobre lo maravilloso de encontrar el amor y da gracias a la vida por la existencia de los compositores como Schumann, Bach y Beethoven, y por quienes interpretan de manera magistral sus obras y regalan al mundo su don, haciendo así felices a muchas personas. 

Aprovecho este artículo para hablar, así como ella, del amor y de la gratitud. 

Amor y gratitud que siento por mi esposo, quien no es perfecto, como  tampoco lo soy yo, pero que de manera literal ha estado junto a mi en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad. Y con tanto esfuerzo lo ha dado todo, lo mejor que él ha podido hacer, para ayudarme a salir adelante, en este proceso del tratmiento del cáncer de seno. Pienso que nunca lo he dicho publicamente, pero es el momento justo para decirle: te amo y gracias, desde el fondo de mi corazón.

Vean la película, tiene ya unos pocos años, pero vale la pena. Y vale la pena decir te amo siempre a quienes estàn junto a ti. 

Espero poder con mis palabras, ayudar de alguna manera a quien esté pasando por duros momentos de enfermedad o pèrdida de un ser amado.