La historia política ecuatoriana está llena de acuerdos y desacuerdos entre sus protagonistas; en algunos casos adversarios han llegado a consensos al extremo que logran hacer el milagro político de mezclar aceite y agua. Todos recordamos los de los últimos tiempos, el más reciente semanas atrás; la expresión “todo va en política” es muy real.
De todos los de nuestra historia republicana, ninguno se compara a los ocurridos entre Vicente Rocafuerte y Juan José Flores, personajes diametralmente opuestos. El primero había estudiado en centros de enseñanza europeos; el segundo, tenía educación básica. Rocafuerte sabía cuatro idiomas, Flores sólo el suyo natal. La formación intelectual de Rocafuerte fue sólida, la de Flores muy limitada. Por sus extensos viajes, Rocafuerte conoció numerosas culturas, Flores básicamente la que los españoles dejaron. Rocafuerte hizo amistad con las personas más influentes de los países que visitó o vivió, Flores no salió del círculo militar que participó en las guerras de la Independencia de Venezuela, Colombia y Ecuador. Rocafuerte fue gran escritor, manejó el idioma con destreza; Flores requirió de los servicios de Antonio José Irrisari, para atacarlo por el periódico Nacional. Este periodista guatemalteco que vivió 7 años en Ecuador fue su portavoz. Rocafuerte era seguro de sí mismo, logró lo que se propuso; daba por hecho que tenía la capacidad para hacerlo. Para él, el costo del proyecto que iniciaba, no le preocupaba, tenía el dinero. La fortuna de Flores fue oscura. Un ejemplo es la Elvira, hacienda de propiedad de Miguel Anzoátegui que pasó a manos de Flores sin compensación económica. Esta enorme propiedad comenzaba en la costa y llegaba hasta la sierra, fue ingenio de azúcar y el primero en tener tren para movilizar la caña. Rocafuerte puso a un lado sus intereses económicos y los de su familia, por encima se encontraba su actitud patriótica. Flores usó el poder para acumular fortuna.
Rocafuerte fue soñador, pero realizó sus sueños, no le agradaba perder el tiempo, fue gran ejecutor por ende constructor formidable. Flores, debido a sus limitaciones, no acertaba en las decisiones que tomaba, no tenía idea de cómo funcionaba la economía, ni de gobernar. De talento indiscutible y enorme energía, reconocidos por nacionales y extranjeros, Rocafuerte se propuso hacer de Ecuador un país digno para vivir, impartiendo palo, si fuese necesario. Flores no tuvo claro cuál era su objetivo de presidente. Se comportó con enormes ambiciones militares, no le importó crear conflicto con Colombia ni dar mal uso de los dineros públicos.
Rocafuerte conoció a Flores en 1833, cuando después de 15 años de ausencia regresó a Guayaquil. Él no había estado presente para el 9 de Octubre de 1820, ni durante la llegada de Bolívar a Guayaquil en julio de 1822 y anexión de Guayaquil a Colombia, ni para la creación y disolución de Gran Colombia. Sin embargo se encontraba muy bien informado de los acontecimientos de su ciudad y del resto de la América española; al igual los ecuatorianos conocían de sus logros en el exterior. Entre sus contribuciones a la Independencia de varios países y luego al fortalecimiento de Gran Colombia, está el dinero que él entregó al representante de Gran Colombia en Londres para cancelar una obligación y evitar el cierre del crédito del nuevo país. Esta acción le significó dura censura en Méjico y la posibilidad de prisión. El dinero usado por Rocafuerte era de Méjico y él su representante en Londres.
Desde 1833 hasta 1845, la relación de Rocafuerte y Flores fue tormentosa y ambivalente, una relación amor-odio. No le tomó mucho tiempo a Rocafuerte darse cuenta de que Ecuador atravesaba por una severa recesión económica. La penuria fiscal produjo malestar en las tropas, y la oposición de los ciudadanos en general, por inmoralidad y abuso de poder que se imputaban a Flores. Su gobierno no supo actuar con mano fuerte contra los falsificadores de moneda; en la mayoría de los casos no recibieron condena y fueron dejados en libertad para que continuaran cometiendo sus fechorías. Las condenas variaban desde 10 años de prisión hasta pena de muerte. Las cortes de justicia no hicieron cumplir la Ley, situación que motivó a Rocafuerte a comentar: “El Poder Judicial es en el día más bien el protector del crimen que el defensor de la justicia…” Los trámites judiciales fueron muy lentos. El sistema jurídico ecuatoriano desde que nació ha sido duramente cuestionado por la sociedad.
A los pocos meses de haber llegado, Rocafuerte fue nombrado diputado por la provincia de Pichincha, 28-6-1833. Los opositores de Flores, entre ellos quienes habían fundado el Quiteño Libre, lo veían como legislador de primera que sin temor enfrentaría a Flores y a sus legisladores. Se instaló el Congreso el 10 de septiembre sin presencia de Rocafuerte quien envió una carta excusándose por estar enfermo. En su discurso Flores habló de que había paz, tolerancia y libertad en su gobierno. El 14 hubo una sesión reservada para aumentar el poder del Ejecutivo y conceder facultades extraordinarias a Flores. Enterándose de lo que sucedía, Rocafuerte envió una carta al presidente del Congreso con muy duros términos hacia Flores, le preguntaba que si había tranquilidad por qué conceder facultades extraordinarias, las cuales son dadas cuando hay un estado de guerra civil o hechos imprevistos: ”…la razón es muy sencilla: porque los grandes malvados no se paran en medios, por inicuos que sean, para satisfacer su rencor, ambición y su avaricia[…]porque ellos pretenden obstruir los medios de averiguar la verdad[…]intentan apagar todo espíritu de republicanismo[…]Tal es mi opinión, la que debo presentar en el Congreso como Diputado por la provincia del Pichincha, y a la que expongo con toda franqueza que conviene a un verdadero representante del glorioso Pueblo[…]Incapaz de ser traidor a mis juramentos, y viendo la imposibilidad de las esperanzas de mis comitentes, mi conciencia y mi patriotismo me imponen el deber de separarme de un Congreso que ha perdido toda su fuerza moral[…]y que ha cooperado al triunfo de la tiranía militar sobre la ruina de la Constitución y Leyes”. Al día siguiente Rocafuerte fue destituido y el 24 de septiembre Flores ordenó su prisión para ser trasladado a Macará, pero por el estado de salud permaneció algunos días en Quito y luego fue trasladado a Guayaquil para ser entregado al Comandante General de la provincia. Él llegó cuando había estallado una revolución en el puerto que duró hasta el 24 de noviembre, después de algunas batallas y numerosos muertos, cuando Flores llegó victorioso y ocupó la Plaza de San Francisco. Rocafuerte temeroso de ser capturado aceptó la oferta del capitán Lavalette de la corbeta estadounidense, Fairfield, quien se negó a entregarlo a Flores. Rocafuerte pasó a la fragata Colombia, la nave de guerra más importante que tenía Ecuador y estaba en poder de la oposición. Rocafuerte se desembarcó en Puná, isla que se convirtió en cuartel general, declaró el bloqueo del puerto de Guayaquil y siguió dirigiendo la oposición a Flores. Este evento histórico se conoció como Guerra de los Chihuahuas, En la sierra también se inició un movimiento para tumbar a Flores, Rocafuerte fue nombrado Jefe Supremo, hubo nuevos combates y para junio de 1834, por un acto de traición fue capturado junto con Thomas Charles Wright y resto de sus jefes militares. Flores pensó ordenar su muerte pero se dio cuenta de que no le convenía y llegó a acuerdos con Rocafuerte. El 19 de julio, Flores y Rocafuerte firmaron el acuerdo entre ellos. El segundo fue nombrado Jefe Supremo de la provincia de Guayaquil. Desde esa fecha y hasta la elección de Flores en su segunda administración, las relaciones entre los dos fueron amigables y de cooperación mutua. Hay numerosas cartas de Rocafuerte a Flores en el epistolario de Carlos Landázuri. En ellas Rocafuerte escribe varias cartas a Flores informándole que estaba atrás los opositores que no estuvieron a favor del acuerdo. Entre ellos dirigentes del Quiteño Libre. Otras cartas incluyen recomendaciones que le hace sobre diferentes temas.
Durante la presidencia de Rocafuerte (1835-1839), la paz continuó, no hay evidencias de distanciamiento, ni durante los primeros años de Gobernador (1839-1841). La ruptura comenzó cuando Flores en la legislatura de 1842, teniendo mayoría, promulgó decretos que violaban principios constitucionales e impuso nuevos impuestos como los tres pesos que debían pagar los ciudadanos entre 23 y 25 años de edad. Estas medidas causaron malestar. En la Convención de 1843 rompió relaciones con Flores por las razones ya expuestas y especialmente por la nueva constitución que los legisladores de Flores querían promulgar para convertirlo en presidente monárquico con poderes dictatoriales. Rocafuerte, nuevamente como legislador fue duro crítico del proyecto presentado. Después de una intervención fogosa, renunció y se trasladó a Guayaquil, desde donde escribió su primera carta a la Nación. Las posteriores las escribiría desde Lima. En ellas Rocafuerte desenmascaró a Flores y contribuyeron a la Revolución de 1845.
La carta de presentación de Flores fue muy limitada, él mismo lo acepta, como cuando para querer defenderse dirigió una proclama a los guayaquileños: “Recordad que en 1824 no vacilé en aceptar el mando del ejército de Pasto para concluir aquella guerra larga y azarosa. Recordad que en 1827 no vacilé en hacer frente con 200 infantes y 80 caballos, a los vencedores de Ayacucho, que se lanzaron contra Ecuador. Recordad que en 1829, sin línea de comunicación ni retirada, no vacilé en salir al encuentro de 9.000 invasores, vencidos en Tarqui por 1.200 soldados. Recordad que en 1830, sublevado el ejército contra la nación, no vacilé en someterle y rendirle a viva fuerza” Lo único que podía atribuirse era ser buen militar. ¿Qué estuvo atrás de la relación tormentosa entre ellos?