No sabemos si fueron errores u horrores. No somos gurú del desastre, pero el pueblo es intuitivo, percibe y concluye:
Cuatro años atrás la candidata a la Alcaldía de Guayaquil debió ser Doménica Tabacci. Ejemplar y respetable dama, con una escuela en administración pública por varios años como vicealcaldesa, justamente de quien por 19 años manejó eficientemente los fondos de uno de los municipios más ricos del país, siguiendo la escuela de su antecesor: León Febres Cordero, que inició la recuperación y transformó nuestra ciudad, llenando de orgullo a los guayaquileños de cuna y a los que nos afincamos en ella.
El desangre del PSC fue paulatino y grave, no corregido a tiempo, puesto que muchos previo a estas elecciones tomaron diferentes y distintos caminos: Nicolás Lapentti, Francisco Tabacci, Pedro Pablo Duart, Andrés Guschmer, todos, repito, todos, con alma socialcristiana. Doménica Tabacci y Cristina Reyes haciendo campaña por quien justamente la razón les imponía. Entonces, en esta tienda política olvidaron el viejo y trillado lema: Pueblo unido jamás será vencido.
La oposición a la todavía alcaldesa supo manejar y explotar eficientemente las que afirman equivocadas acciones administrativas y financieras de ella, las que dicen deben ser auditadas por Contraloría. De ser así, es grave. Muy grave.
Paralelamente la oposición también explotó y muy bien, la pretendida compra de consciencias a través de donativos injustificados, que en este caso no entaldecen a quien los da. Todo lo contrario, es un acto ofensivo a la dignidad de los pobres de nuestra ciudad.
El llamado marketing político fue equivocado. Con cervezas la colorada y ajíes al rojo vivo no se gana una elección. Este último debe estarles picando intensamente a sus creadores y patrocinadores.
Por último, sector respetable y numeroso de nuestra sociedad repudia acciones que las califica equivocadas: el exhibionismo de tatuajes; y, también, aborrece manifestaciones grotescas e histriónicas: “viste como te dé la gana y desvístete con quien te dé la gana”. Verborrea injustificable.
Veintisiete años de excelentes administraciones de León Febres Cordero y Jaime Nebot, reconocidas por propios y extraños, ojalá sean superadas por el recién elegido alcalde Aquiles Álvarez. Nuestra amada ciudad merece lo mejor de sus hijos.