22 noviembre, 2024

Mami, ¿por qué lloras?

Mami, ¿por qué lloras? me preguntó mi hija Paula, mientras almorzábamos juntas. Lloraba por su próxima partida y porque eso significa un lugar en la casa y en el espacio de mi vida, que no podrá ser llenado con nada, que estará vacío, hasta que ocasionalmente, ella vuelva. Lloraba porque sé que me costará no tenerla cerca físicamente y por qué, no sé, pienso que tal vez no he podido aprovechar de la mejor manera este tiempo que ella ha estado junto a mí, dándome todo su amor y dedicación. Lamento tanto, no haberlo hecho mejor, o haberla hecho sentir más feliz. Amada inmensamente, sabe que lo es.

Sin duda, le pasa esto a la mayoría de los padres y madres, cuando los hijos se van. Recuerdo una de las pocas veces que vi llorar a mi mamá, fue cuando me cambié a vivir a mi departamento, junto a mi esposo. Él estaba esperando en el auto, ya con todas mis cosas listas para partir. Al salir de la casa, me acerqué a mi mami, y en la vereda nos abrazamos y lloramos. Nos íbamos a seguir viendo y compartiendo experiencias muchos años más. Sin duda, ya no sería lo mismo. Y me dolió si, me dolió, partir de casa y dejar la casa de mi mamá.

Mi mami solía cantarme una canción de Joan Manuel Serrat, cuando yo, desde adolescente decía que un día me iría a estudiar fuera del país, o me iría a viajar por el mundo.

Luego, me enteré que la misma canción se la cantaba a mis hermanas.

Ellas sí que partieron lejos, una volvió al país, pero mi hermana menor se quedó a vivir en el extranjero, y sé lo mucho que mi mami la extrañaba y cuanto le dolía su ausencia física. Porque como dice mi misma hermana, nos sentimos tan cerca, que ni un océano puede separarnos.

Escribo este artículo un poco como continuación del anterior, ya que uno no se espera que las etapas de la vida lleguen así, tan rápido y un día sin apenas darnos cuenta, hay algunas habitaciones vacías en la casa y el corazón se hace pequeñito, cuando los recuerdos vuelan a esa época del preescolar, de la escuela, de los vacacionales, de las primeras comuniones, del colegio y de la fiesta de graduación.

Los juguetes se quedan un en un rincón o se regalan y ahí estamos los padres, más las madres, pienso yo, tarareando la canción de Serrat…

“… Hace más de un año ya
Que en casa no está
Tu pequeña
Un lunes de noche la vi salir
Con su impermeable amarillo
Sus cosas en un hatillo
Y cantando «Quiero ser feliz»

… Te dejó sobre el mantel
Su adiós de papel
Tu pequeña
Te decía que en el alma y la piel
Se le borraron las pecas
Y su mundo de muñecas
Pasó

… Pasó veloz y ligera
Como una primavera
En flor

… Qué va a ser de ti lejos de casa
Nena, qué va a ser de ti
Qué va a ser de ti lejos de casa
Nena, qué va a ser de ti…

… Y hoy te preguntas por qué
Un día se fue
Tu pequeña
Si le diste toda tu juventud
Un buen colegio de pago
El mejor de los bocados
Y tu amor

… Amor sobre las rodillas
Caballito trotador…”

Y bien, así es la vida y hay que asumirlo, aceptarlo y avanzar. Entre uno y otro suspiro para evitar las làgrimas, sugiero ver una serie amena y bastante sana, justo la veo con Paula, se llama:  Las chicas gilmore, cuyas protagonistas, Lorelai Gilmore (Lauren Graham) y Rory Gilmore (Alexis Biedel) son madre e hija. Una madre que tuvo a su hija a los 16 años, y a esta temprana edad decidió tenerla sola y vivir la vida a su manera, sin sentirse “sometida”, como es su parecer, a la voluntad o forma de vivir de sus padres. En el episodio: “Queridos Emily y Richard”, es cuando Lorelai les deja una carta a sus padres y se va de casa a los 16 años, con su pequeña bebé a vivir su vida y su libertad.

Lo bueno de todo, es que los hijos se pueden marchar, pero el amor que les tenemos y nos tienen, no se va nunca. 

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4 comentarios

  1. Los hijos se van, es la ley de la vida es un apego y posterior desapego , se dice que los mejores padres son aquellos que no son imprescindibles para ellos…pero cuánto cuesta trabajar en esto; buenos vientos para Paula que su barco navegue hacia puertos seguros.

  2. Excelente historia y muy real, mi Andy partio hace un año a cumplir sus sueños a New York es duro como Padre pero no debemos cortar sus alas, felizmente puedo visitarlo o hacer videollamada, lo extraño mucho pero me emociona que este cumpliendo sus metas.

  3. Soy un abuelo de 79 años. Mis padres murieron. Fueron pobres con una sola visión: formar a su único hijo y lo lograron. He leído su artículo y ha pasado como en una película su vida, no los aquilaté como debía, claro que me preocupé de ellos nunca los abandoné, pero podía haber hecho algo más; en fin, así es la vida no hay marcha atrás. Ahora sus nietos, mis hijos, crecieron y cada uno formó su hogar pero dejaron «un lugar en la casa y en el espacio de mi vida». El pago, no olvidar los valores que aprendieron sin que se los enseñe; y, el de llenar un día a la semana con 18 personas la mesa que tanto los acogió. Gracias a Dios y a la vida

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