Todos los días hacemos nuestro diario papel.
Parecería que todo lo que hagamos está predeterminado por las costumbres que nosotros nos hemos impuesto.
Trabajar, hacer cosas y volver a hacerlas, son conductas repetitivas establecidas por nosotros mismos.
Viendo las cosas de esta manera, en cualquier grupo organizado por los humanos, el ser vivo, acaba haciendo lo mismo.
Falsamente creemos ser los únicos habitantes del universo con capacidad de discernir.
Un virus no piensa; actúa.
Invade el ambiente; se reproduce, hace daño y crea resistencia o mutaciones para protejerse.
Una anémona marina no tiene la capacidad de discernir, ni elaborar planes estratégicos complejos, para luchar contra cualquier cosa que la amenace.
Sería un torpe intelectual, el humano que piense que todo el universo y los millones de universos, sin contar con el infinito número de universos paralelos, fueron creados por un ser superior para que el diminuto espécimen que se autodenomina ser humano, sea el único que tenga vida e inteligencia para conquistar a todo lo creado.
Somos parte de un grupo de animales ligeramente más evolucionados, que tienen la capacidad de aprender para mejorar su entorno.
No debemos mezclar nuestra capacidad intelectual con la creencia sin razonamiento de la fe, que en definitiva solo es el creer en algo, cuando el sentido común te dice lo contrario.
Venimos de la organización causada por la desorganización hecha por la ley de la entropía.
La organización del caos es lo que denominamos el libre albedrío y todas, absolutamente todas las acciones del ser inteligente de este planeta, tienen como finalidad obtener el mayor placer o tener el menor dolor.
Antes de los avances tecnológicos se creía que la tierra fue hecha en siete días.
Ahora con el descubrimiento de la partícula de Dios se sabe que, bombardeando los núcleos y protones de la antimateria, se crea la materia.
Esto es lo mismo que la creación de nuestro mundo, pero a mayor escala.
Falsamente creemos que todo el universo gira a nuestro alrededor.
Nuestro hipervalorado ego nos hace tener la convicción de que todo fue creado para nosotros.
Solo una parte minúscula del universo.
Un instante de conciencia; una ilusión.
Estamos vivos para aprender.
Le damos sentido a nuestra vivencia a través del amor.
En nuestras evoluciones posteriores a la actual, iremos encontrando más respuestas.
Mientras más sepamos, menos sabremos.
La vida es una ilusión.
La pasión es lo que le da sentido a la emoción.
Magníficas reflexiones