Al parecer, la aspiración continua de la humanidad es la paz. Pero la violencia, ha sido su permanente destino. ¿No hablan, acaso, en este sentido las dos guerras mundiales y los continuos enfrentamientos regionales, aun vigentes? Y no solo las víctimas son soldados que suman millones y millones entre desaparecidos, inválidos y muertos. Pues la violencia no solo está en el homicidio organizado de la guerra…
En la diaria subsistencia de la sociedad civil el crimen de la violencia ¡también está integrado! ¿Es posible olvidar que millones y millones de menores de 12 años subsisten en desprecio social, condenados a una explotación demencial? ¿Es que con tan poca edad, el sistema socio político ya los tiene clasificados, listos para para su servicio? La justicia, en medio de estas condiciones y circunstancias, rara vez hace méritos…
Por doquier la violencia, ante la promoción del desarrollo, exige que la tomen en cuenta. Históricamente no hay evento de alguna importancia en que los actos violentos no hayan mostrado preponderancia. Todas las conquistas son fuentes de sangre que giran a través de un poder que tiene que ser abatido por otro. Hablar de conquista ante el poder es declarar el crimen como valor político en su objetivo. Para los conquistadores sin embargo ampliar la civilización, que “traían en la espada”, exigía, antes que nada, liquidar las culturas indígenas, que obstaculizaba su dominio.
Dominio de importancia básica sin el que, en su ideología de guerra, era imposible el desarrollo en un contexto de civilización. Más aun con las guerras internas entre los nativos a favor de la conquista. Violencia histórica de cientos de años… entre los indígenas subyugados y el temor de la muerte por las armas. Era la violencia del poder…Por el poder…Para el poder!