Como no podía ser de otra forma, filósofos, poetas, exégetas especialmente del viejo romancero, han sublimado y cantado como estado privilegiado el sentirlo y vivirlo. Expresión de lo antedicho, es procedente anotar lo manifestado por la filósofa española, María Zambrano (1985) en su obra “La Aurora” y dentro de ella, “Las palabras del regreso”, cuya parte pertinente se transcribe:
“presencia total en que el poder, el saber y el amor están inseparables, fundidos, mientras dura este estado en la condición humana, es excepcional y transitorio, Es un estado privilegiado en veracidad, como logro, mas es el presupuesto de la humana condición y exigencia de su cumplimiento. Y es que el silencio, en su polo positivo, acompaña a todo cumplimiento cuando la presencia vence; cuando hasta la acción se convierte en una presencia”, editado por Mercedes Gómez Blesa, pág.81 (39)
Brevemente se han descrito los distintos estados sean de origen sociales o personales, valiéndonos recordar el más antiguo con conocimiento cierto es en el mundo del Derecho en Grecia, Roma, la Edad Media y siguientes períodos, tuvieron leyes especiales para darle no solo protección legal en el campo penal, civil, militar, sino proyectándolo como derecho individual o colectivo.
Ejemplo de ello fue el impuesto hacia las mujeres, quienes debían ser disminuidas en su capacidad de expresión, volverse sumisas, presentándose recién una ley pretendiendo volver a una igualdad frente al hombre en 1792 mediante la “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana” de 5 de septiembre de 1791 por la escritora francesa Olympe de Gouges, tal vez volviéndose cúspide de antecedentes acumulados de otras manifestaciones hacia atrás, recordando a Aspasia de Mileto, mujer griega que vivió en el siglo V a.C., destacándose como apoyo político de los dirigentes atenienses de esa época, fue muy atacada. Otro caso, el de Hipatia de Alejandría, destacada filósofa y matemática del siglo IV, asesinada por la turba al considerarla como instigadora de malas costumbres, especialmente, por no haberse casado y estar dedicada a impartir educación incluso a dirigentes atenienses.
En el campo político existen muchos y variados casos en los cuales las personas o dirigentes podían o no exteriorizar sus opiniones, desde luego, con las consecuencias derivadas de dicho comportamiento como nos manifestó Alexis Tocqueville en su obra “La Democracia en América”, (1835), respecto a un líder o dirigente:
Antes de publicar sus opiniones, creía tener partidarios; le parece que no los tiene ya, ahora que se ha descubierto a todos; porque quienes lo censuran se expresan en voz alta, y quienes piensan como él, sin tener su valor, se callan y se alejan. Cede, se inclina en fin bajo el esfuerzo de cada día, y se encierra en el silencio, como si experimentara remordimientos por haber dicho la verdad”, (pág. 305).
De este párrafo podemos deducir que un dirigente habiendo tenido partidarios antes de hacer más explícita la verdad, luego la manifiesta, se callan y se alejan exponiéndose a la fuerte censura de aquellos que lo aprobaban; pero, ahora, hasta manipulan su actuación, originando en su ego personal no solo preocupaciones sino llevándolo a encerrarse en el silencio pensando que su “obrar” fue equivocado cimentándose y aumentando sus remordimientos que, en personalidades sin la suficiente fuerza de voluntad, pueden empujarlo a fracasar.
Para matizar y conocer diferentes y variadas opiniones de personajes no solo de nuestro tiempo moderno, sino hacia atrás, nos facilitan comprender que el silencio es parte de la personalidad humana como referiremos a continuación lo expresado por meritorios personajes en actividades distintas que, muy posible, lo vivieron y expusieron sus conceptos formulados desde la visión propia:
- “El silencio es un verdadero amigo que nunca te traiciona. Confucio, pensador chino, siglo V a. C
- “La primera virtud es la de frenar la lengua; y es casi un dios quien teniendo razón sabe callarse.”, Marco Poncio Catón, romano, militar, político, escritor, siglo II a.C.
- “El silencio en la temporada adecuada es sabiduría, y es mejor que cualquier discurso.” Plutarco, magistrado ateniense del siglo I.
- “El arte de callar es un acto político, una llamada al orden, en el sentido más fuerte del término”, Abate Dinouart, predicador, polemista, compilador del aprendizaje sagrado y apologista del feminismo francés, siglo XVIII.
- “No sé quién ha dicho que el gran talento no consiste precisamente en saber lo que se ha de decir, sino en saber lo que se ha de callar.” Mariano José de Larra, escritor, periodista, político español del siglo XIX.
- “Más vale permanecer callado y que sospechen tu necedad, que hablar y quitarles toda duda de ello.” Abraham Lincoln, político, escritor, expresidente de USA., siglo XIX.
- “Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra.” Georges Clemenceau, político, medico, jefe de gobierno y primer ministro francés, siglo XX.
- De todas las reacciones posibles ante una injuria, la más hábil y económica es el silencio. Santiago Ramón y Cajal, médico y científico español, siglo XX
- “A veces es necesario guardar silencio para ser escuchado.” – Anónimo.
- Tus respuestas dicen mucho de ti, pero tus silencios lo dicen todo. Anónimo.
- El silencio, al igual que Ia mímica o el gesto, no es Ia denuncia de una pasividad sobrevenida del lenguaje sino Ia demostración activa de su usa. El silencio es, como el lenguaje y las manifestaciones corporales que lo acompañan, un componente de Ia comunicación. Es más, Ia palabra prescinde con menos facilidad del silencio que este de aquella” a decir en El silencio, de David Le Breton, 1997 pág. 7 (13), sociólogo y antropólogo, profesor en la Universidad de Estrasburgo, siglo XXI.
- “El silencio es especialmente útil en situaciones de tensión emocional en una relación porque transmite el disgusto, pero con menos probabilidad de desencadenar una respuesta defensiva o de antipatía hacia usted. Además, nos permite volver a un punto de equilibrio donde sea posible reconsiderar la situación y elegir las palabras adecuadas. Marty Nemko, prestigioso psicólogo del presente siglo.
Luego de esta breve investigación histórica sobre el desenvolvimiento y significado del silencio, podemos comprender, posiblemente, el accionar del prócer Olmedo al mantener, según se ha manifestado silencio respecto a los acontecimientos del Diez de Agosto de 1809, especialmente; no así con el Dos de Agosto de 1810, ausente de su tierra y expresando su sentir en el poema “A los héroes del Dos de Agosto”, destacando sus conocimientos jurídicos que, para esa época, estaba legislado por el Digesto y la Recopilación de las Leyes de Indias cuyas consecuencias podían concluir en persecución y fusilamiento para aquel que pretendiera “romper” el orden vigente; agregándose que, a ese momento, su convencimiento estaba identificado con la monarquía a pesar que Guayaquil soportaba problemas de índole administrativo, eclesiástico, militar y económico, ejemplo de ello eran los gravámenes injustos a su principal producto de exportación: el cacao con relación a la producción de Caracas y México.
Vislumbrar más allá de las circunstancias históricas de las aspiraciones de Quito cuya influencia era, fundamentalmente, distantes no solo para Guayaquil sino para toda la territorialidad de la Real Audiencia de Quito: la autonomía pero manteniendo el ligamento con la monarquía española, lo cual no originaba ningún beneficio para su ciudad y cuya ampliación del fracaso de este intento autónomo se lo describe con más detalles, en la segunda parte del presente ensayo, destacándose los razonamientos jurídicos que inclinaron a su declive y finalizar como ocurrió: volver al estado inicial con más beligerancia española hacia sus integrantes del intento agostino culminando en la matanza de nuestros patriotas el Dos de Agosto de 1810.