Por cualquier lado que se lo mire, nuestro país es la tierra donde cada uno hace lo que le da la regalada gana.
La inseguridad a cualquier nivel es total.
Ya sea jurídica, política o social, estamos en un momento donde nuestra sociedad vive en una amoralidad total y a todo nivel.
El ecuatoriano que tenga algo de plata en su bolsillo puede hacer lo que le da la gana, con la complicidad de una justicia que tiene precio y es fácilmente comprable.
Da asco y vergüenza ver los noticieros de televisión y mirar las sangrientas imágenes que nos muestran.
Robos, matanzas, secuestros, vacunas y todo esto en complicidad muchas veces hasta con la misma policía.
No solo corrupto es el sistema en que vivimos, sino que la corrupción es la pandemia ecuatoriana que carcome al país, desde las más altas esferas gubernamentales, hasta el avispado que nos cuida el carro en la calle.
No hay forma de evitarlo.
La máxima expresión de este virus se encuentra en la clase política, que carece de principios morales, doctrinarios y peor que quiera trabajar por los intereses patrios de la gente.
Ocupar un cargo público es solo una manera fácil y rápida de volverse rico.
Todo esto se puede gracias a robarle al estado, que en buenos términos es robarnos a todos, ya que todos componemos al estado.
La criminalidad en el Ecuador es imparable.
Una escuálida y a veces cómplice policía, pretende socorrernos con el uso de armas ridículas, toletes y unidades de transportes viejos, que no tienen nada que hacer con el moderno armamento y desplazamiento que tienen los criminales.
Ahora resulta un riesgo escribir lo que escribo, ya que si me lee un criminal que no le guste, pagará ciento cuarenta dólares, que es lo que cuesta contratar un sicario para que me asesine.
La vida no vale nada.
No hay castigo para los criminales.
El gobierno se queda corto con sus “maravillosos “planes, estrategias y promesas de darnos seguridad, mientras la cantidad de muertos aumenta cada día.
Que yo sepa, no estamos en guerra contra Colombia o Perú.
Entonces porque no sale el ejército a recorrer el país todos los días y de esa manera tener una lucha frontal y hasta las últimas consecuencias contra los criminales.
Aquí, los políticos ladrones se compran a los jueces y salen libres de la cárcel o se escapan de las embajadas que les dan asilo.
Necesitamos alguien diferente.
Un ecuatoriano que sea un líder que gobierne al Ecuador con honestidad, valentía y que esté realmente dispuesto a cambiar a la patria.
No debe ser político, sino un patriota que ame a su patria y que esté dispuesto a dar su vida si es necesario, para vivir en una tierra de paz, seguridad y progreso.