Renunciar a la libertad es renunciar a la condición de ser hombre, a los derechos de la humanidad…Rousseau
Al termino de la segunda guerra mundial, los sobrevivientes que integraban la comunidad política de la gran victoria, veían en la libertad, el instrumento genuino de la paz para el bienestar… ¿Acaso era pertinente una vivencia social al margen de la libertad que la promueva? Como decía Sartre, y con sobrada razón, << a partir de ahora estamos condenados a ser libres >> O sea, condenados a vivir con responsabilidad propia, marcando en el camino correcto los pasos para un destino válido.
¿Cómo hacer de la libertad, sin embargo, el camino de la vida que haga posible la verdadera humanidad? ¿No es que las dos guerras mundiales significaron desprecio, muerte y desesperación, para millones de gentes que no alcanzaban a comprender una realidad de tanta infamia? Infamia que sigue hasta hoy, como fuente de poder, en una u otra democracia falsa. ¿O es acaso democracia, soportar sin reparos, la “libertad” de la obediencia, sinónimo de órdenes e imposiciones? ¿Es o no la manifestación diaria en la familia, la escuela, el trabajo? Obediencia que no permite reclamo, aunque la verdad de las cosas la desdiga.
¿Y la dependencia socio política con que en Latinoamérica sus líderes, en misterioso vaivén de izquierda a derecha y viceversa, pretenden aun mantener su autoridad y mando? Si sus pueblos, en verdad, tienen fe en sí mismos su objetivo principal es liquidar tal liderazgo, sinónimo de miseria. No hacerlo es, por desgracia, auto esclavizarse, negando la libertad que la misma naturaleza impone. Todo sin embargo está en espera, a pesar de las luchas liberales y las declamaciones socialistas. Torpe espera que continúa, con una población que crece y crece y una miseria que sobrepasa, brutalmente, este crecimiento.
Es que la libertad no es una simple palabra…Es la valoración de la vida que la define en el poder de su realidad. El tiempo que hoy vive la humanidad de enfrentamientos, por un desarrollo que no beneficia a los de abajo, no es el más indicado para una libertad social tan necesaria. Más aun cuando el sicariato hace de los menores su fuerza de choque y su instrumento de muerte.
Gran reflexión!!!