“HAY JÓVENES DE 12, 15, 16 Y 17 AÑOS RECLUTADOS POR LAS BANDAS PARA
SER SICARIOS, COMO SON INIMPUTABLES A LOS MESES YA SALEN EN LIBERTAD”,
Niños secuestradores, niños sicarios, niños delincuentes. La
combinación impensable de estos términos antagónicos se volvió
normal en Ecuador, y abrió el debate sobre el camino más efectivo para
exterminar el lado tenebroso de estos niños o de desaparecerlos
completamente.
La discusión sobre qué hacer con los niños delincuentes, se avivó
con los actos criminales de alias ‘Boquita’, un esmeraldeño de 12
años, tristemente famoso por sus delitos. Este menor fue detenido el 15
de febrero de 2023, pero con medidas sustitutivas quedó libre. Luego,
viajó a Quito y participó en el secuestro de una pareja.
Las soluciones que se proponen para poner fin a los niños criminales se
centran en EL ENDURECIMIENTO DE las penas, en modificar el COIP, se lo
hizo en el 2014 para que quienes ahora son inimputables sean juzgados
con el máximo rigor. Incluso la Asamblea Nacional en el 2023 se aprobó
un artículo para castigar con penas de 10 a 13 años a quienes recluten
a menores con fines delictivos la sanción será de 13 a 16 años si el
reclutamiento se relaciona con tráfico de sustancia, delitos contra la
propiedad, delitos contra la vía, sicariato, extorsión, trata de
personas, trafico de migrantes robo o terrorismo
La idea es trabajar por el lado de la prevención, y evitar que esos
niños se reclutados para esa clase de delitos Incluso algunas personas
proponen instaurar el modelo del presidente Bukele.
Pongamos en contexto el problema con el caso de lo sucede en
Esmeraldas que se volvió un semillero de niños delincuentes es
increíble y para entender cómo se forjan los niños y jóvenes con
comportamientos criminales, creo que nadie puede explicarlo mejor que
sus padres.
Aunque se podría pensar que los niños capturados por las bandas
criminales están en la orfandad, esto no necesariamente es cierto.
En 2016, una psicóloga esmeraldeña entrevistó a padres de niños y
jóvenes con conductas antisociales, les preguntó sobre las causas del
desvío de sus hijos.
Este estudio fue realizado en 2016, es decir, hace siete años ya se
cocinaba este problema y poco o nada han hecho estos tres últimos
gobiernos
Según los padres que participaron en el estudio, las principales
causas de que sus hijos hubieran adoptado comportamientos antisociales
son las siguientes:
1. Falta de empleo que incentiva a los niños y adolescentes a cometer
hurtos, sicariatos y microtráfico.
2.Mala relación entre padres e hijos, por la presión que los primeros
ejercen sobre los segundos para que estudien.
3.Los hijos abandonan el hogar y la escuela. Influencia de extranjeros
radicados en la provincia, quienes les ofrecen dinero fácil a los
niños y jóvenes.
4-Drogas y alcohol, los entrevistados reportan que hay lugares en los
que los adolescentes consumen estupefacientes a “todas horas”.
5-Ausencia de espacios recreativos, los padres mencionan que no hay
infraestructura para actividades saludables, y que por eso los niños
escogen el camino de la “vagancia” y se vuelven adictos a las
drogas.
6.Los padres encuestados dicen que no hay diferencias entre hombres y
mujeres, todos pueden caer en las garras de las mafias, y la edad a la
que inician sus actividades delictivas está entre los 10 años y los 12
años.
En mi opinión a pesar de que las causas señaladas por los padres
aparecen separadas, están interrelacionadas y forman un círculo
vicioso que no podrá romperse sin atacar la raíz son en ese orden
1. La pobreza.
2. La desnutrición infantil y
3. La ausencia de una política criminal
4. La falta de oportunidades de trabajo empleo adecuado.
Dicen los entendidos que los datos matan relatos. Sin embargo en
Esmeraldas, el 50% de la población vive en pobreza y el 25,3% en
pobreza extrema.
La tasa de informalidad es de 61%, apenas el 23% tiene un empleo
adecuado.
Y, en este contexto, la falta de empleo y la pobreza no solo se traducen
en privaciones materiales, sino también en la destrucción del papel
formador de la familia, especialmente de los padres, quienes reconocen
que han perdido el control de sus hijos frente a los ofrecimientos de
poder y dinero de las bandas criminales.
Estas acotaciones no es una defensa a ningún niño criminal, es un
clamor a las autoridades para que no se preocupen solo de llenar las
calles de Esmeraldas con policías ni se centren en la discusión del
endurecimiento de las penas, sino para que contemplen la intervención
social.
Parte de la solución es pagar la deuda social histórica que Ecuador
tiene con Esmeraldas Guayaquil, Quevedo y con el Ecuador entero .